miércoles, 29 de abril de 2015

Solalinde, ¿sacerdote chicharronero?
Carlos Martínez García
P
ara el obispo de Celaya, Benjamín Castillo Plascencia, el activismo del sacerdote Alejandro Solalinde lo muestra como un chicharronero. El titular de la diócesis celayense aseguró que Solalinde no acata los dictámenes de la Iglesia católica, no está en comunión con su obispo y es protagonista porque le gusta que lo sigan las cámaras televisivas. ¿Por qué hizo señalamientos tan excesivos?
Castillo Plascencia reaccionó acremente contra Solalinde Guerra porque éste hizo ciertas afirmaciones sobre el autoritarismo prevaleciente históricamente en la Iglesia católica romana. En un foro realizado en la Universidad Iberoamericana, campus León, Guanajuato, el padre Solalindeseñaló que la Iglesia católica “es autoritaria y no escucha a los ciudadanos y sigue siendo ‘chicharronera como en la Edad Media’ […] reconoció que la misma Iglesia no los escucha [a los ciudadanos], y actúa en forma autoritaria”.
Lo de que la Iglesia católica ha sido chicharronera debe entenderse, como implica el mexicanismo aquí nada más mis chicharrones truenan, en el sentido de imponer el criterio propio y negar la existencia de otras voces y convicciones. El chicharronerismo es la cerrazón a la diversidad, el ninguneo de los derechos de los demás, la cultura dictatorial que decide por los otros y otras, quienes son considerados incapaces de tomar opciones por sí mismos.
Lo que más levantó la indignación del obispo Benjamín Castillo fue la crítica de Solalinde a la sordera de la institución eclesiástica. Sin embargo, en la mayor parte de su exposición el fundador del albergue para migrantes Hermanos en el Camino se ocupó de señalar el estado en que se encuentra la mayor parte del pueblo mexicano debido a la corrupta partidocracia que lo gobierna. Para explicarlo usó una categoría que no aparece en obras de sociología ni ciencia política: No tenemos un pueblo apático, tenemos un pueblo madreado, desde la época de la Colonia, siempre dominado, domesticado. Nunca hemos sido un pueblo libre, maduro y equilibrado.
Recordemos que los pareceres del padre Alejandro Solalinde fueron expresados en un foro universitario, no en un acto de culto público. Lo recuerdo por aquello de la tentación burocrática de quererle aplicar al sacerdote restricciones contenidas en la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
No gustó al obispo Benjamín Castillo Plascencia el recordatorio de Solalinde sobre lo medieval que sigue caracterizando a la Iglesia católica actual. Esta fue la razón por la cual le reviró al sacerdote incómodo que quien busca imponer sus convicciones es él. Por eso dijo “él es el chicharronero, […] él es [quien] anda buscando los reflectores, porque ignora la obra de todos los demás […]. La Iglesia está muy abierta a la ciudadanía y tenemos muchas obras sociales”. Abundó en que Solalinde ha sido reconvenido por la Conferencia del Episcopado Mexicano, porque le gustan mucho las cámaras, le encanta aparecer y ahí depende mucho de lo que recibe para su obra, pero desconoce la obra de todos los demás, nada más la de él, no sólo él tiene [obra en] Oaxaca.
El esquematismo de Castillo Plascencia reduce todo a un afán mediático de Solalinde. Para nada refirió algo que es bien conocido por quienes conocen de cerca al sacerdote: su muy sencillo estilo de vida y congruencia entre ideas y acciones. Ni una palabra de las austeras condiciones diarias en que ha vivido Solalinde Guerra en Ixtepec, Oaxaca, compartiendo con migrantes centroamericanos su lacerante peregrinaje por la frontera sur de México.
La de Solalinde ha sido una de las principales voces para visibilizar la tragedia de los migrantes, los abusos que se perpetran contra ellos y ellas, los intereses que confluyen para traficar con seres humanos. Su involucramiento en esta causa tiene un resultado seguro, como señala Emiliano Ruiz Parra: “nunca será consagrado obispo, porque dice lo que piensa de su madre Iglesia: que no es fiel a Jesús, sino al poder y al dinero; que es misógina y trata con la punta del pie a los laicos y a las mujeres, y que no es la representante exclusiva de Cristo en la Tierra”.
Entonces, ¿quién es el chicharronero? ¿Un sacerdote como Solalinde, que, impelido por su entendimiento de lo que debe ser su ministerio de servicio en favor de los marginados, se enfrenta no solamente a la red de intereses que atrapa y explota a los migrantes, sino también señala el alejamiento de la alta burocracia clerical de las necesidades y expectativas de la gente? ¿O serán chicharroneros el obispo de Celaya, y otros de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que siguen defendiendo privilegios medievales, se niegan a reconocer la diversificación de la sociedad mexicana, se atrincheran en el verticalismo institucional que veda derechos plenos a los que llaman laicos y tienen un tren de vida lleno de lujos en buena medida gracias a su cercanía con la clase política?

martes, 28 de abril de 2015

Watergate mexicano: 3 motivos para destituir al Presidente
Víctor M. Toledo
E
n un acto sin precedente, el 9 de agosto de 1974, el presidente estadunidense Richard Nixon renunció a su cargo, tras dos años de una investigación periodística en que se develó una operación ilegal, orquestada por el presidente y varios colaboradores cercanos para realizar espionaje al Partido Demócrata. Al menos siete funcionarios o colaboradores fueron acusados y sentenciados por conspiración, robo, espionaje telefónico y violación de leyes federales. Este caso, conocido como Watergate, cimbró al mundo, pero también puso a prueba y fortaleció la democracia estadunidense. Dos periodistas delWashington Post, en nombre de la decencia ciudadana, lograron destituir al presidente de la mayor potencia del mundo. El ejemplo quedó grabado para siempre en el libro de la democracia.
Cuatro décadas después, el tiempo transcurre pero no pasa. El periodista Jorge Ramos, conductor estelar de Univisión, declaró públicamente la semana pasada en un acto de la revistaTime en Nueva York, visto en todo el mundo, la necesidad de abrir una investigación independiente al presidente mexicano Enrique Peña Nieto, señalado de ser responsable de diversos actos de corrupción, y especialmente del caso de la llamadaCasa Blanca, que lo sitúa junto con su esposa en un aparente conflicto de intereses. Aderezando este hecho, pues Jorge Ramos fue galardonado como uno de los 100 personajes más influyentes del mundo por aquella revista, el domingo antepasado el semanario Proceso reveló la existencia y describió con sumo detalle otra masacre, esta vez en Apatzingán, Michoacán. Este descubrimiento, que permaneció ausente como noticia relevante en todos los periódicos del país, se vino a situar junto con Tlatlaya y Ayotzinapa como parte de un nuevo triángulo de la ignominia. Tres hechos vergonzosos de violación suprema a los derechos humanos y de complicidad de los más altos dirigentes del país. Si los militares que asesinaron impunemente a 12 ciudadanos en Tlatlaya fueron vanagloriados en un discurso público por el actual gobernador del estado de México –y el procurador general de la República dio por cerrada la investigación de los muertos y desaparecidos durante los sucesos de Ayotzinapa–, quien fue el responsable aparente de la masacre de Apatzingan, Alfredo Castillo, e igualmente divulgó un escenario falso, fue recientemente respaldado y favorecido con un nuevo puesto por el mismísimo Presidente de México.
Pero además de los conflictos de intereses y la complicidad aparente con al menos tres masacres, existe un tercer suceso que ubica al Presidente de México en una situación vulnerable. La tercera línea para una posible revocación moral de mandato es mucho más grave y seria que las dos anteriores. Están aún pendientes de aclarar los orígenes de los fondos millonarios utilizados en 2012 por el actual Presidente y su partido. En elSorianagate, monederos electrónicos por un total de 2 mil 294 millones fueron masivamente utilizados los dos días posteriores a las elecciones. En elMonexgate, el grupo financiero Monex emitió 100 mil monederos electrónicos que fueron utilizados por operadores del PRI por un total de 160 millones de pesos.
En cualquier país del mundo con una mínima democracia representativa, estas tres líneas de investigación sobre las autoridades deberían ser aceptadas como algo normal, y ejecutadas por las cámaras de representantes (diputados y senadores) y por el máximo órgano judicial (Suprema Corte de Justicia) y/o por los organismos defensores de los derechos humanos o sencillamente por ciudadanos independientes que se organizan. En contraparte, y aunque no exista en el país la revocación de mandato (impeachment), el Presidente y cualquier otro funcionario público deberían estar presentando sus renuncias como un acto elemental de congruencia y decoro.
En las semanas recientes, la sociedad civil ha imaginado iniciativas para lograr lo anterior. Este ha sido el caso de los ciudadanos y organizaciones que trabajan para promulgar una nueva Constitución, y más recientemente la iniciativa que artistas, políticos e intelectuales hicieron pública para incluir durante las votaciones del 7 de junio próximo una boleta extra en la que los ciudadanos expresen su demanda de que el titular del Ejecutivo renuncie (ver).
Mientras, la temperatura de la fuerza del sector más consciente, honesto e informado del país sigue en aumento. Una energía que se acumula y que tarde o temprano logrará que las aguas congeladas de la ignominia se conviertan en los ansiados vapores de la democracia.
Para Carmen Aristegui, con respeto y admiración
No al nuevo aeropuerto
Pedro Miguel
D
e acuerdo con información publicada ayer en La Jornada, el gobierno federal se ha gastado ya más de 5 mil millones de pesos sólo en las gestiones previas al inicio de la construcción del nuevo aeropuerto anunciado por Peña el 1º de septiembre del año pasado. La suma (5 mil 283 millones 83 mil 372.61 pesos, para ser exactos) está destinada a pagar servicios de asesoría técnica y capacitación para el programa de mano de obra campesina, contratación de testigo social, así como diversos servicios para diseño y arquitectura, la gerencia del proyecto o el proyecto de pistas, plataforma y rodajes, en su mayor parte a empresas extranjeras (http://is.gd/5hBzVl).
Un ejemplo extremo de la opacidad fundacional con la que se lleva a cabo esa obra es el contrato firmado por la SCT con la OCDE de José Ángel Gurría para que la segunda garantice latransparencia del proceso y que fue ocultado a la opinión pública durante varios meses en virtud de una cláusula de confidencialidad. A la postre se supo que la OCDE cobraría más de 2 millones de euros (2 millones 126 mil 18, para ser exactos) para hacer estudios y recomendaciones sobre planificación, contratación, adjudicación y ejecución de los diferentes componentes del proyecto, aunque en el convenio se estableció que el organismo internacional no garantizaba la obtención de resultados específicos, o evitarlos y que no podría ser considerada responsable de eventuales daños económicos al proyecto. Es decir, la OCDE cobra una mochada por afirmar que todo está en orden, independientemente de que lo esté o no, y a eso se le llama Fomento de la Integridad, la Transparencia y las Buenas Prácticas de Contratación Pública (http://is.gd/EAhIJ4). Para todos los cuates hay. Lo de menos es que en el país un tercio de los niños menores de cinco años se encuentren en situación de pobreza alimentaria, según los datos de la Unicef y de la organización World Vision (http://is.gd/RHjZWt yhttp://is.gd/kyeAb3) y que el porcentaje de infantes anémicos sea mayor en México que en África.
El punto es que el peñato se ha gastado ya 5 mil de los 120 mil millones de pesos calculados como costo total de la obra y que el nuevo aeropuerto va, a pesar de las advertencias de especialistas de diversas universidades que han señalado  los riesgos de impacto ambiental, sobre población y escasez de agua que conlleva el proyecto y el hecho de que constituye una agresión y un despojo a varias comunidades, la de San Salvador Atenco entre ellas.
Nadie duda que el AICM (¿alguien sabe a qué hora, o en virtud de qué, la terminal aérea fue despojada del nombre Benito Juárez?) es insuficiente, pero ese hecho no basta para justificar el megaproyecto estrella del peñato y, mucho menos, la demolición de la actual terminal aérea. La ampliación del aeropuerto de Toluca y/o la construcción de uno nuevo en Tizayuca bastarían para duplicar la capacidad de vuelos y de pasajeros, contribuirían a descentralizar los servicios de una megalópolis desbordada y darían pie a la realización de obras de infraestructura para impulsar la economía del centro del país en una forma diversificada y desconcentrada. Pero la idea rectora del proyecto no es propiciar un desarrollo mínimamente ordenado sino hacer negocios a lo grande mediante el despojo, la malversación y el dispendio: aún se adeudan 90 millones de dólares de la Terminal Dos, inaugurada en 2008, y ya se piensa en destruirla (http://is.gd/Zf73Ze). Se contrata a Grupo Higa (proveedor de residencias de lujo a precios de interés social a Peña, sus parientes y colaboradores) para que remodele el hangar presidencial a un costo de casi 800 millones de pesos (http://is.gd/zFUY4X), pues el nuevo avión presidencial (6,769 millones 996,885 pesos) no cabe en el actual. Pero, según los planes anunciados por el propio Gerardo Ruiz Esparza, titular de la SCT, el hangar presidencial será demolido en cuanto empiece a funcionar la terminal aérea de Texcoco (http://is.gd/h88ERn).
La razón de toda esta aparente sinrazón es la doble oportunidad de negocios que se abre a los adeptos, socios y cómplices del peñato, tanto en la construcción de la nueva terminal aérea y de sus servicios como en la venta de las 746 hectáreas del actual AICM y de la construcción de desarrollos inmobiliarios en ese lugar (http://is.gd/DI8khx).
El proyecto del nuevo aeropuerto es, pues, emblemático de la insensibilidad, la ambición, la frivolidad y la corrupción de la dictadura del empresariado que padece el país.
Twitter: @Navegaciones
En riesgo el desarrollo por desconfianza
Simón Vargas Aguilar*
U
na de las enseñanzas del filósofo chino Confucio fue sobre la definición de un buen gobierno, el cual destaca la importancia de proveer a los gobernados lo suficiente para comer, en tener soldados para guardar el Estado y en saber ganar la confianza del pueblo. Y si una debiera sacrificarse, ¿cuál sería? –los soldados–. Y si uno de los dos restantes debiera sacrificarse, ¿cuál sería? –la comida–. Ya que desde el principio de los tiempos los hombres han tenido que morir, pero sin la confianza del pueblo, ningún gobierno puede sostenerse en el poder.
Al finalizar su 99 asamblea plenaria el pasado jueves 16 de abril, los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) dieron a conocer un mensaje titulado ¡Sin confianza y participación no se avanza!, en el cual expresaron que para salir de la crisis actual, lo que se necesita es precisamente la confianza, la cual brota en la seguridad de saber que se está buscando el bien de todos, no sólo de algunos (http://bit.ly/1bwbOnY).
En ese texto los obispos aseguran que lo que el pueblo mexicano necesita es saber que sus instituciones y autoridades trabajan por el bien común. Los mexicanos no podemos tolerar a quienes buscan el poder sólo para favorecer sus intereses, indican. Esta creciente pérdida de confianza por la ciudadanía también ha sido advertida por los partidos políticos y el propio Instituto Nacional Electoral (INE), que señalaron, en su reunión del pasado 20 de abril, el gran reto que representa para la legitimidad del proceso electoral y sus resultados (http://bit.ly/1JnlxaN).
Incluso esta crisis de confianza fue reconocida por el propio presidente Enrique Peña Nieto, en entrevista con el diario británico Financial Times, a principios de marzo pasado, en la cual aseguró que no es exclusiva de la administración federal, ya que engloba a la mayoría de los gobiernos e instituciones del país.
Asimismo, dos semanas antes de las declaraciones del presidente Peña Nieto, en entrevista con el mismo diario, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, sostuvo que para que la expansión económica sostenida sea una realidad, no solamente deben efectuarse reformas constitucionales, sino que igualmente deben instaurarse instituciones creíbles que posibiliten la generación de justicia y transparencia que abonen a reconstruir la confianza pública.
De acuerdo con las encuestas realizadas por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, buena parte de los mexicanos confía poco o nada en algunas de las instituciones de la República, como las instancias policiales, los gobiernos de los estados y las presidencias municipales; en tanto que el mayor nivel de desconfianza lo alcanzan los partidos políticos, los medios de comunicación y los sindicatos (http://bit.ly/1BJqQAo).
También el denominado Informe país (2013), realizado por el INE, reveló que la confianza de los ciudadanos en las instituciones no supera 50 por ciento; incluso el mismo organismo bajó en confiabilidad, al ubicarse en octavo lugar (34 por ciento), por debajo del gobierno federal (36), muy lejos del 59 por ciento que gozaba en 2010, año en que se realizó la última medición (http://bit.ly/1LBaKtu).
Como podemos observar, la crisis no es exclusiva de una institución, gobierno o partido político, de hecho, la desconfianza llega a todas las instituciones públicas, privadas y religiosas. De igual forma, los informes dejan ver que el problema no es nuevo, lleva años alimentándose del desencanto de la ciudadanía hacia la democracia; la desconfianza hoy día hace metástasis hacia lo que se percibe como político.
¿Cómo explicar las alarmantes caídas en la confianza ciudadana en las instituciones?
Para Michael Delli Carpini, decano de la Annenberg School for Communication de la Universidad de Pensilvania, esta caída es, hasta cierto punto, racional. Tiene que ver más con el gobierno que con los ciudadanos y estaría relacionada con la incapacidad del mismo para resolver los asuntos que en verdad importan a la población. El descontento ciudadano con la democracia, por tanto, no se cuestiona por la legitimidad de su origen, sino por su desempeño, afirmó.
El problema de fondo parece ser la imparable corrupción que ha contaminado gran parte del sistema en México, aunado a la percepción de la ciudadanía de que las acciones realizadas por las autoridades y gobiernos no están dando resultados en materia económica, de seguridad o de impartición de justicia, entre otros muchos.
Los arzobispos y obispos de México han asegurado querer ser parte de la reconstrucción de la confianza ciudadana, la cual, indican, solamente podrá ser obtenida con honestidad, hablando con la verdad, cumpliendo los compromisos, construyendo la justicia y respetando la vida. Pero esta labor debe ser de los mexicanos en conjunto, no sólo del gobierno, en todos debe adoptarse el propósito de predicar con el ejemplo. Cumplamos entonces con nuestras responsabilidades civiles y de valores para contribuir a reconstruir un mejor país.
*Analista en temas de seguridad, educación y justicia
Twitter: @simonvargasa
Facebook: simonvargasa
Dinero
 Electores pobres, elegidos ricos
 En Apple llueven los dólares
 Panistas no quieren que el SAT los investigue
Enrique Galván Ochoa
‘‘A
la gente la empobrecen para que luego vote por quienes la hundieron en la pobreza’’.
Papa Francisco
Ya saltaron al escenario los partidos y sus candidatos para las elecciones de junio; incluso un grupo de ‘‘independientes’’. Como sucede, hay personas honorables y bien intencionadas, pero el promedio es intimidante: Gustavo Madero, César Camacho y Chucho Zambrano encabezan las listas de los tres principales partidos. ¿Y quiénes son los electores? ¿Cuál es el perfil de las ciudadanas y ciudadanos que decidirán entre los aspirantes para llegar al gobierno? Algunas claves las encontramos en el Informe 2015 del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla. Así son los electores:
El 75.7% de la población mexicana (89 millones de personas) vive en pobreza monetaria, es decir, no tiene un ingreso suficiente para vivir dignamente; 44 millones están en pobreza extrema, pues no tienen ingresos para adquirir la canasta básica alimentaria; 4.7 millones son muy pobres, ya que no pueden adquirir la canasta alimentaria (que incluye todo lo necesario para cocinarlos y conservarlos), y 41.1 millones son pobres moderados, es decir, no pueden costearse la canasta básica no alimentaria (ropa, transporte, vivienda, entre otros).
El salario mínimo debería ser 10 mil 800 pesos mensuales para cumplir con el mandato constitucional.
México es el segundo país con mayor desigualdad salarial en grandes empresas, después de la India.
Mayor educación no se traduce automáticamente en mejor salario, o en movilidad social. Mientras que en 1984, 34% de la población con preparatoria terminada vivía en pobreza monetaria, para 2012 había aumentado a 61%.
De la población ocupada formalmente, sólo 27% cuenta con seguridad social y el resto no la tiene, pues ha crecido la tendencia a contratar por outsourcing o por honorarios.
¿Puede resistir una masa de electores así al candidato o político que se le acerca a regalarle un televisor o un vale de medicinas? No hay democracia en México. Es una simulación. La base del sistema está contenida en esta fórmula: un pobre = un voto.
Proceso de cambios en HSBC
HSBC, el banco más grande de Europa, está revisando la posibilidad de trasladar su sede de Gran Bretaña a su lugar original, Hong Kong. El banco analiza vender su división de operaciones minoristas en el Reino Unido en 20 mil millones de libras esterlinas. Con presencia en más de 80 países, HSBC se ha visto obligado a tomar medidas drásticas después de una serie de escándalos relacionados con evasión fiscal en Suiza, que han reducido sus utilidades en el año anterior. De acuerdo con Goldman Sachs, también existe la posibilidad de que considere retirarse de países en los que ha tenido un bajo rendimiento, como México, Brasil, Turquía y Estados Unidos, de acuerdo con elFinancial Times.
Aquí llueve el dinero
Apple volvió a superar las expectativas de Wall Street en torno a sus ganancias del segundo trimestre del año. La compañía dijo que repartirá dividendos entre sus accionistas por 200 mil millones de dólares. Sus ingresos crecieron en 27%, el equivalente a 58 mil millones de dólares, y sus ganancias cerraron en 13 mil 570 millones gracias a que las ventas del iPhone 6 se incrementaron en 40%. Hasta la fecha se han vendido 61 millones de teléfonos inteligentes, de los cuales 17 millones se colocaron en China, que superó en ventas totales a Europa por primera vez en la historia. Después de saber estos resultados, las acciones de Apple superaron su anterior récord histórico de 133 dólares por unidad, y se colocaron en 135 dólares por acción; desde abril de 2014, los títulos del gigante tecnológico han aumentado su precio en 2,480%.
Las 4 estacioneselectorales
Siempre hay elecciones en México, sea verano, otoño, primavera e invierno. Dice el diputado panista Fernando Rodríguez Doval que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) ya ‘‘se metió’’ a la campaña electoral porque tiene la intención de investigar las supuestas ‘‘condonaciones’’ fiscales del gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, al candidato a sucederlo, Javier Gándara. La cuestión es que si espera a que pase el mes de junio, ya estará comenzando una campaña en algún otro lugar de la República. Nunca habría un espacio para llevar a cabo una investigación. Padrés y Gándara deberían ser indagados ya junto con cualquier otro implicado. De paso el SAT podría echar una mirada a las cuentas bancarias de Gustavo Madero Muñoz. ¿De dónde salió el dinero que le permite darles vida demirreyes a sus hijos?
@Vox Populi
Asunto: ya no le caben más rayas al tigre
El índice global de impunidad ubica a México en segundo lugar en cuanto a este flagelo. Habrá muchas descalificaciones al organismo que realizó la investigación (el ejemplo más reciente es Juan Méndez, relator de la Organización de Naciones Unidas para la Tortura) y justificaciones tratando de imponer la versión color de rosa oficial; sin embargo, este nada honroso lugar es una raya más al tigre del discurso oficial.
Fernando Quiroz Nácar
R: El caso es que ya no le caben más rayas al tigre. Hay que darle una repintada de blanco para que pueda recibir las rayas que siguen.
Tuits
Señor Videgaray: ayer empeñé mi cinturón.
¿Como quieres que confiemos en ti@INEMexico cuando vemos como el@partidoverdemex te hace como sus calzones; a ver, dinos cómo?
@GustavoMadero, a mí también me gusta viajar. Adóptame ¿no?
Twitter: @galvanochoa
FaceBook: galvanochoa

lunes, 27 de abril de 2015


Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com
Twitter: @JorgeMoch
De las buenas nuevas que no queremos ver
Chairiza intransigente. Mexicanos ingratos. Pesimistas de siempre. Pinches progres. Pinches proles. Lo cierto es que somos muchos, muchos mexicanos los que no vemos las bondades que tanto grazna el régimen por voz de su marioneta. No encontramos, por más que desgañitan sus voceros oficiales de la tele y otros medios arrastrados o vencidos por el presupuesto, los beneficios presuntos de las mal llamadas reformas estructurales que han impuesto Peña Nieto y sus patrones y socios trasnacionales. Le bajaron doscientos pesos al recibo de la luz, ajá, por unos meses previos a elecciones, y luego vendrán otra vez los cobros injustificados y exorbitantes, las lacónicas explicaciones de la cajera: pague primero y reclame después o le cortamos la luz. No bajó la gasolina de precio, ni el diesel, al contrario. También subió el gas. No hay más trabajos, sino más empleo informal, y seguimos siendo los ciudadanos víctimas inermes de grupos criminales con y sin puesto público. Allí sigue el Partido Verde: ya nomás les falta a sus candidatos salir a asaltar bancos y transeúntes. Allí esa pandilla de infelices que pretende privatizar también algo tan elemental y colectivo como el agua…
Y mientras el país se sigue desangrando por todos sus rincones y las mafias del narco se atomizan e incendian todo a su paso, y el dinero de la corrupción, el del narco, el de las bandas de extorsionadores y secuestradores, el de la trata, el del contrabando y la piratería y el asalto y la tala clandestina sube peldaños que van desde el policía de banqueta hasta secretarios de Estado o la misma Presidencia pasando por esa recua de vividores mafiosos que son los gobernadores de los estados, el merolico nos vende su lleve-lleve: lleve el progreso, lleve su cobertura sanitaria, lleve su trabajo bien remunerado, y sus derechos en salvaguarda. Pero de dientes para afuera. Porque puertas adentro lo que hay es negocio; la clase de negocio en el que no figuramos los peatones, los automovilistas que pagan cada mes la onerosa letra del coche, los que no tenemos seguro de vida, ni vacaciones en Miami, ni cómo bajarnos el colesterol. Puertas adentro lo que hay es contubernio secreto entre quienes tienen chofer y guardaespaldas y saltan de un helipuerto a otro, mirando si acaso con algo parecido a la conmiseración a los que acá abajo desde el laberinto alzamos la mirada y los vemos pasar sabiéndonos para ellos tan insignificantes que, como en la novela de Kike Ferrari, de lejos parecemos moscas. Las moscas no compran en Beverly Hills.
Y si en Michoacán, Jalisco, Chihuahua, Guerrero o Veracruz hay balaceras y emboscadas sangrientas y sumarias ejecuciones y decenas de desaparecidos y algunas cabezas ruedan, literalmente, por la calle, Peña anuncia “importantes” inversiones: miles de millones para incentivar el turismo en Acapulco; una planta de la Ford que dará trabajo a obreros mexicanos. Grandes triunfos de salario mínimo y prestaciones de ley. Pero no queremos ver la bonanza de la burbuja fiduciaria, ni las bondades de la crisis por venir. Somos tontos. Somos malos mexicanos. No entendemos nada. Solamente opinamos en contra, nos oponemos a todo. Porque no sabemos ver que la minera canadiense o mexicana o estadunidense que está masacrando la ecología y los pulmones de los mineros significa progreso, y no queremos entender que la extracción del gas pizarra, sus nefastas consecuencias, son la puerta a la modernidad. Porque la modernidad, estúpidos, es precisamente el marrano que se sube a su avión particular, a su camioneta blindada, a su helicóptero, y manda a sus hijitos de viaje en yate por el Caribe o en el jet a Las Vegas o París para que se saquen fotos y nos las presuman. Progreso son los grandes proyectos que se construyen por los tompiates del presidente y para que los construyan sus cuates, como el Centro Cultural Bicentenario en los llanos secos de Texcoco, enorme elefante blanco al que ni siquiera se molestaron en dotar de una señalización más o menos adecuada pero donde resalta una placa enorme de bronce que consigna que Peña Nieto, siendo gobernador, inauguró el monstruo en beneficio de los mexiquenses. Sobre todo de los que se apellidan Hinojosa. Eso es el futuro, la modernidad, la grandeza de un país de esclavos fanatizados con la religión y el futbol, y cualquier concepto que aluda a dignidades y libertad es demagogia populista, cabrones.
Hasta parece que no vemos la tele, necios, que como el espíritu santo, según dicen, está en todos nuestros hogares.

Verónica Murguía
Fantasía bajo la lluvia
El comediante Larry David, célebre por los guiones de Seinfeld y su propio programa de televisión, es un hombre muy rico. Hace tres minutos tecleé su nombre en Google y lo primero que se abrió, antes que su ficha de Wikipedia o una foto de él con Jerry Seinfeld, fue un artículo de una revista de negocios en la que se calcula que la fortuna de David es de 500 millones de dólares.
Antes era de 900, pero se divorció. El matrimonio y el divorcio tuvieron lugar en el estado de California, lo que significa que su exesposa, Laurie David, se quedó con la mitad del dinero. Él dice que está bien que así haya sido, pues es un tipo con el que resulta muy trabajoso vivir. No lo dudo.
Cuando le preguntan cosas acerca de su dinero, se encoleriza. Y es que el dinero es un tema muy delicado. Los narcos, las señoras de camionetas, los actores de telenovelas y los raperos lo presumen. Los pobres lo anhelan, con razón, pues si bien se dice que no compra la felicidad, ciertos aspectos de la calma sí que se adquieren por medio de efectivo. Por ejemplo, la posibilidad de ir al médico y no tener que esperar a que le den cita, si bien le va, en seis meses.
La clase media a veces tiene, otras no y siempre está con el Jesús en la boca.
Los ricos, cuando se les toca el tema, suelen ponerse muy defensivos, sobre todo si ocupan puestos públicos. Generalmente dicen cosas que revelan el menguado contacto con la realidad que sus cerebros tienen a bien ofrecerles, como el caso del candidato a delegado por Cuajimalpa, Miguel Ángel Salazar, quien al hablar de su casa de fin de semana en Malinalco, valuada en 3.2 millones de pesos, dijo que era un “patrimonio modesto”, ¡al alcance de cualquiera! Además, para que no andemos de envidiosos, la casa está “afuerita” del campo de golf, no adentro. Pues esa casa tan “modesta” estará al alcance de cualquiera de los que estén dispuestos a hacer negocios con él, pero es un sueño guajiro para la mayoría en este país.
Ya ni digo de las otras propiedades de las que hemos sabido, todas muy sencillas, en las que cabemos usted, yo, mi familia y la suya con primos hermanos, primos segundos, perros, gatos y un grupo selecto de vecinos.
Larry David no es como esos políticos. En primer lugar, su dinero es bien habido: ganado con sus perfectos y extravagantes guiones, responsables del éxito de Seinfeld. En segundo lugar, no le pasa por la cabeza insultar la inteligencia de quien lo escucha diciendo que no es rico. Se enoja pero lo admite; dice que la cifra no es exacta pero no se finge pobre, ni ahorrador, como el señor Salazar.
Tampoco tiene empacho en reconocer que el dinero lo tomó por sorpresa porque durante años creyó que iba a terminar en la calle. Según él, lo que veía en su futuro era la indigencia. Ya hasta había escogido su lugar: cercano a los túneles del Metro, para que el aire que sale a la superficie lo calentara en invierno y con sombra en el verano. Se imaginaba a sí mismo envuelto en una mezcolanza de harapos y sleeping bags, pidiendo limosna con una lata vacía de sopa Campbells.
Y miren nomás.
Yo, como mucha gente que conozco, tengo fantasías semejantes. No las puedo poner sobre papel porque siento que, si lo hago, les concedería una realidad más concreta que la de la mera conversación. Baste con decir que en esas fantasías no tengo nada y soy una viejita malhumorada, empapada por la lluvia. Es una fantasía sumamente melodramática y tiene influencia del cine neorrealista italiano, aunque la mayor parte del argumento está inspirado en el noticiero.
Y no se crea que sólo a mí se me ocurren estas cosas. Pertenezco a un grupo que aumenta cada día. Desconfiados y pesimistas, estamos apabullados por el uso que se hace de nuestros impuestos. Sabemos que en lugar de irse al Seguro Social, por decir algo, se van a pagar las casas modestas de esos extraordinarios ahorradores, que hasta aviones terrestres (qué tontería) han podido alquilar a diez mil pesos la hora. Sabemos, porque crecimos aquí, que ser responsable y trabajador no garantiza nuestro futuro, pues hay pillos millonarios y gente que ha dejado la salud en la lucha por sobrevivir.
Ojalá el grupo de pesimistas al que pertenezco esté equivocado y no terminemos todos como en una película de Rosellini. Pero hoy por hoy, en el gobierno de este país, el dramatis personae de otra película italiana se da la gran vida: Sucios, feos y malos, de Ettore Scola.

Felipe Garrido
Fortuna
Hubo un hombre, príncipe dilectísimo, que tenía enormes posesiones y un sótano lleno de monedas y piedras preciosas. Un día bajó y vio que había reunido más de lo que podía contar. “En verdad tengo una gran fortuna –se dijo–; he trabajado mucho y he tenido enormes privaciones, pero ahora soy en verdad rico. Me casaré con una joven y hermosa mujer, y con ella disfrutaré de mi fortuna.”
En eso estaba cuando llegó el ángel de la muerte y le dijo: “Tu tiempo ha terminado; sígueme.” El hombre palideció:  “No es justo –protestó–. Mira todo lo que tengo. Mucho he trabajado, mucho he sufrido para obtenerlo. Mira, te daré la mitad, pero déjame vivir un poco más.” “Insensato –replicó el ángel– ¿para qué quiero yo tu dinero?” Cuando el hombre vio que no lograría nada, le suplicó que le permitiera dejar un mensaje. En el muro, al lado de sus tesoros, escribió: “No atesores lo que no puedas gastar.”
[(De Las historias de san Barlaán para el príncipe Josafat.)


Foto: Xinhua/Ezequiel Scagnetti/ZUMAPRESS
Gustavo Ogarrio
Es América Latina la región de las venas abiertas, de la destrucción producida por el intervencionismo de Estados Unidos
A las y los uruguayos que me dejaron otras utopías en la memoria: Mariela, Mabel, Walter, Alejandro el Pollo, Gloria, Sylvia, Andrea, Pablo, Carmen, Sergio, María, Graciela, Ernesto, Mariana, Exequiel, Federico; a la memoria de Ricardo y de José Amorós el Cholo; a mi hija Camila
Eduardo Galeano, escritor uruguayo cuya obra está trazada en perspectiva decididamente latinoamericana, murió el pasado lunes 13 de abril. Su muerte ha obligado a renombrar la figura de un autor difícil de ubicar en nuestra narrativa política, una obra que ha resistido tanto a las lecturas demagógicas y triviales como a su estigmatización como autor subversivo. Los encabezados que informaron sobre la muerte de Galeano sintetizan el amplio espectro para nombrar una obra que es artística y política a un mismo tiempo: como pensador emblemático de la izquierda latinoamericana (“La izquierda llora la muerte de Eduardo Galeano”, El País), pero también como el “cronista de lo invisible” (La Jornada).
Sin duda, la obra de Eduardo Galeano es un desafío para volver a pensar el “compromiso” del autor y del lector latinoamericano con la transformación de las atroces realidades políticas y económicas, ahora en un “escenario global”, pero también para identificar los nuevos modos en los que se expresan los pactos de la ficción con la historia latinoamericana. Por un lado, Galeano propone una particular reconstrucción de la historia latinoamericana: una evocación del pasado que trabaja con metáforas, mitos, leyendas y analogías, su perspectiva política. Galeano se inscribe en una tradición de escritores latinoamericanos que desde el siglo XIXconfían en la eficacia política de la literatura, en la capacidad artística de la ficción para denunciar las otras “ficciones” políticas, colonizadoras y su paso destructivo en América Latina. Desde Sarmiento, Bilbao, Martí, hasta Roberto Arlt o el mismo José María Arguedas, el uso político de la ficción mezcla fragmentos y episodios de historia, una interpretación de los violentos procesos socioeconómicos, con una poética narrativa de la cruda realidad de los pueblos latinoamericanos. Galeano coloca al lector ante la decisión de intervenir o no en los procesos políticos de su realidad inmediata, su denuncia narrativa del despojo de larga duración que han padecido las sociedades latinoamericanas es también una manera de colocar al lector ante sí mismo, una bofetada ideológica de una historia inconcebible a simple vista en sus niveles de deshumanización. Quizá por eso la narrativa de Galeano, su recuento de los acontecimientos más dolorosos de la historia latinoamericana, lleva al límite la pregunta ¿qué hacer?, y por esto mismo puede ser entendida también como una didáctica poética y política de la historia latinoamericana.
La región de las venas abiertas: una metáfora
territorial de la historia latinoamericana
Eduardo Galeano escribió un libro bisagra en el modo contemporáneo en que se interpreta la imagen de América Latina: Las venas abiertas de América Latina. Este libro no sólo es ya un clásico de nuestra literatura política, es también un texto con resonancias perturbadoras en el ejercicio directo del autoritarismo en América Latina: polémico y perseguido (fue prohibido por las dictaduras en Uruguay, Argentina y Chile), aniquilado satíricamente por su propio autor (“no lo volvería a leer… Caería desmayado. Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima”, afirmó años después de su publicación el mismo Galeano), fue también un libro militante, tomado como la bandera de una conciencia política en América Latina que transitaba del entusiasmo que había generado la Revolución cubana a una nueva fase de agresión intervencionista por parte de Estados Unidos y que culminaría con el golpe de Estado en Chile el 11 de septiembre de 1973. Un libro cuyo punto de partida es la conceptualización y metaforización territorial, política e histórica de un acontecimiento de larga duración, la conquista de América: “Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado en capital europeo o, más tarde, norteamericano”.
Galeano resignifica también algunas metáforas sobre la modernización capitalista en tierras americanas, como La hojarasca, de Gabriel García Márquez y su paso envolvente que mezcla los nuevos rostros del “progreso” con “los desperdicios del amor triste”, un proceso en el que “los primeros” serán también los últimos: ahora “nosotros éramos los forasteros, los advenedizos”. Galeano reformula este “nosotros” latinoamericano ya territorializado por el despojo con una contundencia que raya en la consigna: “Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y su caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se transforman en veneno.” Galeano también exhibe con acento trágico el comportamiento criminal de los Estados latinoamericanos en su traumático proceso de configuración histórica:“Nadie rinde cuentas, nadie brinda explicaciones. Cada crimen es una dolorosa incertidumbre para los seres cercanos a la víctima y también una advertencia para todos los demás”.
En 2009, Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, le obsequió a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, el libro Las venas abiertas de América Latina, lo que fue visto como una gran ironía por el propio Galeano y que también habla de la concepción política actual que se tiene de un texto sumamente pedagógico para introducirse, sin cortapisas, en la acumulación de la destrucción que produce el intervencionismo estadunidense en América Latina: “Ni Obama y ni Chávez entenderían el texto. Chávez se lo entregó a Obama con la mejor intención del mundo, pero le regaló un libro en un idioma que no conoce. Fue un gesto generoso pero un poco cruel.”
Las venas abiertas... es también un libro en el que ya se advierte la estrategia narrativa de su autor para relatar la historia de América Latina y que marcará toda su obra posterior: el punto de partida es el registro de la estructura histórica del despojo en tierras americanas, narrado en clave literaria. Metáforas económicas, analogías políticas, procesos económicos “manchados” de realidades culturales inverosímiles (“El ciclo del caucho: Caruso inaugura un teatro monumental en medio de la selva”), Las venas abiertas... está escrito con un lenguaje cargado de figuras retóricas que también son deudoras en gran medida del diagnóstico de la teoría de la dependencia: la relación desigual entre el centro y la periferia en la economía mundial explicarían el capitalismo precario y dependiente de los países latinoamericanos y el círculo vicioso de su infinita explotación. Las venas abiertas... inaugura también una narrativa política que incomoda a las formas más ortodoxas de “hacer historia”, que incluso se advierte en los títulos y subtítulos de la obra: “Ciento veinte millones de niños en la tormenta”; “El latifundio multiplica las bocas pero no los panes”; “Las trece colonias del norte y la importancia de no nacer importante”.
Se podría hacer una lectura de la estrategia didáctica de Las venas abiertas. El permanente uso de cursivas en el libro, un rasgo que permite avanzar en su lectura “militante”, un mosaico de síntesis casi dramáticas en las que se puede registrar la intencionalidad pedagógica de Galeano y que hace énfasis en la “acumulación del despojo” en América Latina, constituyen también el germen de lo que será la poética de la historia política de Galeano y su “conversación” con el lector: trazos de una memoria artística del saqueo, pero también de cierta utopía politizada al máximo por este despojo estructural.
Cronista del viento: las tres eras
casi imaginarias de América Latina
Si bien en Las venas abiertas de América Latina Galeano inicia el ensayo de una prosa desplegada a través de metáforas, mitos, símiles y una narrativa por momentos poética, en su trilogía Memoria del fuego alcanza plenamente esta articulación de géneros literarios y políticos que se transforman ya en su propio estilo. Afirma Galeano al inicio de la trilogía: “Ignoro a qué género literario pertenece esta voz de voces. Memoria del fuego no es una antología, claro que no; pero no sé si es novela o ensayo o poesía épica o testimonio o crónica o… Averiguarlo no me quita el sueño. No creo en las fronteras que, según los aduaneros de la literatura, separan los géneros.”

Ilustraciones de Gabriela Podestá
Habría que ubicar la trilogía de Galeano en la era de los narradores latinoamericanos del viento y de la agonía: el arco formado por Miguel Ángel Asturias y José María Arguedas. Quizá, al igual que Asturias, Galeano se apropia narrativamente de los nacimientos míticos de América Latina para vislumbrar su génesis histórica: “La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando/ Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba las maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio” (“La creación”, en el tomo I, “Los nacimientos”, de Memoria del fuego). Un nacimiento despojado de una interpretación solamente católica sobre el origen, más bien una danza de muerte y renovación con rasgos indígenas y en la que la misma muerte es “mentira”. En Asturias se puede encontrar un sendero narrativo que va de la leyenda a la prosa novelesca como interpretación de un origen en el que el viento y el agua son también los símbolos de otros nacimientos: “Seis hombres poblaron la Tierra de los Árboles: los tres que venían en el viento y los tres que venían en el agua... Los tres que venían en el viento despertaban a la tierra, como los pájaros” (“Leyenda del volcán”).
En sintonía con una voz poética que narra desde la oralidad la génesis del mundo americano, Galeano también va a inscribirse en un ciclo contemporáneo de narradores que ya ven en el pensamiento y los mitos de los pueblos indígenas la referencia casi “oculta” del nacimiento de nuestras sociedades: “En lo alto de las montañas, los indios de Guatemala entierran el ombligo y presentan al niño ante el abuelo volcán, la madre tierra, el padre sol, la abuela luna y ante todos los poderosos abuelos, y les piden que den protección al recién nacido contra el daño y el error.”
El 28 de noviembre de 1969, José María Arguedas se suicida. El escritor peruano padece como nadie uno de los grandes conflictos culturales latinoamericanos: la imposibilidad de establecer un “vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse”, entre la “nación cercada” de los indígenas peruanos y la “parte generosa, humana, de los opresores”. La novela agónica que también es un desafío para la interpretación “aduanera” de los géneros literarios en América Latina y en la que Arguedas narra su propio suicidio es El zorro de arriba y el zorro de abajo: diario personal de un suicida; ficción novelesca del conflicto socioeconómico que genera la migración andina e indígena hacia la costa peruana; diálogo y danza mítica entre los zorros. En la obra de Galeano también se puede rastrear la irrupción de un cronista que narra la agonía de personajes, comunidades y danzas que van a desaparecer ante los juicios finales de un “Dios castigador” encarnado en virreyes, encomenderos y verdugos: “– Si por mí fuera, los ahorcaría a todos –dice el virrey.”
La literatura de Galeano se alimenta de historias y mitos latinoamericanos, pertenece en sentido estricto a esa “otra” historia de nuestros pueblos y que han venido escribiendo sus cronistas más heterodoxos: desde Tezozómoc hasta Arguedas, de El Inca Garcilaso de la Vega a los indígenas zapatistas de Chiapas; la historia de un longevo despojo contra las sociedades latinoamericanas, contra sus mujeres, obreros, indígenas, estudiantes, guacamayas, pájaros, árboles, volcanes… A su manera, la obra de Galeano forma su propia imagen de la historia latinoamericana: sus tres eras casi imaginarias (“Los nacimientos”; “Las caras y las máscaras”; “El siglo del viento”), distintas pero profundamente cercanas a la lectura barroca de la historia del mismo Lezama Lima, son también el punto de llegada para recomenzar el lanzamiento de las utopías propias de la heterogeneidad latinoamericana en plena época neoliberal: la danza perpetua de la vida oponiéndose al asesinato, al genocidio, a la muerte sin sentido. Eduardo Galeano: un escritor de alcance popular que no dudó en caracterizar a nuestra época por sus amplios poderes de destrucción, regida por la ley del más fuerte, pero también con la posibilidad utópica de “clavar los ojos más allá de la infamia”: “Por mucha muerte que venga, por mucha sangre que corra, los hombres y las mujeres serán por la música bailados mientras sean por el aire respirados y por la tierra arados y amados.” Afirma Galeano al final de Memoria del fuego: “Yo me siento más orgulloso que nunca de haber nacido en América, en esta mierda, en esta maravilla, durante el siglo del viento.” Ese siglo que un día duró, para Asturias, muchos siglos.

Foto: Xinhua/Imago/ZUMAPRESS
Eduardo Germán María Hughghes Galeano nació en Montevideo, Uruguay, el 3 de septiembre de 1940 y murió el pasado 13 de abril. Inició su actividad periodística a los catorce años en el semanario socialista El Sol, donde publicaba dibujos y caricaturas políticas bajo el seudónimo de Gius. Sus libros más destacados –traducidos a veinte idiomas– son: Las venas abiertas de América Latina (censurado por las dictaduras militares de Uruguay, Argentina y Chile) y Memoria del fuego. Durante el golpe de Estado ocurrido en su país el 27 de junio de 1973, Galeano fue encarcelado y obligado a abandonar Uruguay, se exilió en Argentina, donde fundó la revista Crisis, y tres años después continuó su exilio en España.
Regresó a Uruguay en 1985, cuando Julio María Sanguinetti asumió la presidencia del país por medio de elecciones democráticas. Fundó y dirigió El Chanchito, su editorial. Publicó asimismo una columna semanal en La Jornada. En 1999 fue galardonado en Estados Unidos con el Premio para la Libertad Cultural, de la Fundación Lanna.
Su obra expresa una profunda crítica a la situación que se viven en América Latina. Entre sus publicaciones se encuentran: Los días siguientes, China, Guatemala, país ocupado; Reportajes, Los fantasmas del día de león y otros relatos, Su majestad el futbol, Siete imágenes de Bolivia, Violencia y enajenación, Crónicas latinoamericanas, Vagamundo, La canción de nosotros, Conversaciones con Raimón, Días y noches de amor y de guerra, La piedra arde, Voces de nuestro tiempo, Aventuras de los jóvenes dioses, Ventana sobre Sandino, Contraseña, La encrucijada de la biodiversidad colombiana, El descubrimiento de América que todavía no fue y otros escritos, El tigre azul y otros artículos, El libro de los abrazos, Nosotros decimos no, América Latina: para entenderte mejor, Palabras, antología personal; Ser como ellos y otros artículos, Amares, Las palabras andantes, Úselo y tírelo, El fútbol a sol y sombra, Patas arriba: escuela del mundo al revés, Carta al ciudadano 6.000 millones, Tejidos, Bocas del tiempo, El viaje, Carta al señor futuro, Espejos, Los hijos de los días y Mujeres.

Ilustración de Gabriela Podestá
Luis Hernández Navarro
Foto: www.borsamatik.com.tr
El escritor acostumbraba mirar hacia abajo y a escuchar las voces
de los invisibles. En América Latina la izquierda estuvo en sus inicios
viciada por la idea de que la revolución iba a salvar al pueblo y que
los intelectuales alumbrarían a la plebe
I
Con un paliacate rojo anudado al cuello que le obsequiaron los campesinos de Atenco, Eduardo Galeano llegó ese 2 de abril de 2009 a la Sala Nezahualcóyotl, en la Universidad Nacional Autónoma de México. Una multitud de más de 2 mil 300 personas, en su mayoría jóvenes universitarios, lo recibió de pie con una interminable ovación. Ávidos de escucharlo, aguantaron su llegada durante más de seis horas en filas interminables. Muchos más, que no encontraron asiento, debieron conformarse con oirlo en las bocinas colocadas fuera del auditorio.
El escritor dedicó su lectura a distintos personajes, entre ellos a Adolfo Gilly, y a “todos los que defienden la justa causa de los presos de Atenco” porque, como lo enseña la tradición mexicana, “la tierra es sagrada y si la ésta es sagrada, sagrados son también quienes la defienden”.
Al finalizar, recibió un interminable bombardeo de preguntas envueltas en pequeños papeles. Una de ellas inquirió sobre el EZLN y el subcomandante Marcos. No era un cuestionamiento cualquiera. El zapatismo no suscitaba ya en ese momento la adhesión masiva entre los intelectuales de izquierda que provocó entre 1994 y 2001. Dentro del país, su adhesión a la huelga universitaria de 1999, la ruptura con el cardenismo después de la aprobación de una Ley indígena que traicionó los Acuerdos de San Andrés, la iniciativa de La otra campaña en el marco de los comicios de 2006, y su distancia del lopezobradorismo provocaron una franca animadversión de académicos e integrantes de la izquierda institucional que durante años acompañaron su lucha.
No se trataba de un fenómeno exclusivamente nacional. En el resto de América Latina, la apuesta de los rebeldes del sureste a favor de la construcción de otro mundo desde abajo, su discreto escepticismo hacia los gobiernos postneoliberales y su amistad con los movimientos antisistémicos de base autonomista, los alejaron de una parte de la intelectualidad del continente de matriz estatolátrica, así como de otra convencida de la posibilidad de hacer grandes transformaciones sociales por la vía electoral.
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En esas circunstancias, la respuesta de Eduardo Galeano a la pregunta sobre el zapatismo revestía una enorme importancia. Implicaba una toma de posición ante un diferendo relevante en el mundo de la izquierda que tendría consecuencias prácticas. Ciertamente, intelectuales de la talla de Pablo González Casanova, Luis Villoro, Carlos Montemayor y Adolfo Gilly avalaban el proyecto de los rebeldes mexicanos, pero sus críticos de la izquierda intelectual disparaban contra ellos obuses de grueso calibre, exigiendo, en nombre de la utilidad política, su sometimiento a un propuesta que no es la suya.
Como lo hizo desde el primer momento de la insurrección indígena hasta el último día de su vida, el autor de Las venas abiertas de América Latinadefendió sin ambigüedad alguna el legado y el sentido político del proyecto rebelde. Empecinado en rescatar la memoria secuestrada del continente, distanciado por elección propia de la pretensión de escribir obras imparciales, enemigo de la prosa aburrida de la izquierda tradicional, hizo una reflexión de largo aliento en la que reivindicó la antisolemnidad de los insurgentes mexicanos.
“Zapatistas –dijo– somos muchos en todas partes aunque no sepamos que lo somos. Todos los que actuamos movidos por la voluntad de Justicia y la voluntad de belleza. Y todos los que agradecemos a Marcos que haya inyectado sentido del humor al discurso tradicional de la Izquierda, que yo creo que ese es el mérito principal aparte de todo lo que el movimiento zapatista nos enseña: como movimiento comunitario, indígena, de raíces hondas, que anda en busca de una democracia de verdad; pero además, esta novedad del sentido del humor que era completamente ajeno al discurso de la Izquierda tradicional. No te tomes en serio nada que no haga reír. Le agradezco a Marcos que me haga reír.” El auditorio respondió con una estruendosa ovación aprobatoria.
Su respuesta no fue un hecho aislado. La relación entre Eduardo Galeano, el EZLN y el subcomandante Marcos fue a los largo de los años cálida y profunda. Acostumbrado a mirar hacia abajo y a escuchar las voces de los invisibles, el escritor comprendió, mucho más rápido y mejor que multitud de analistas y científicos sociales, la naturaleza, el aliento y el mensaje de los Nadie del sureste mexicano. Con la potencia de su prosa, elaboró a través de sus tradicionales pequeñas viñetas, una creación literaria sustentada en bases documentales, que es el relato de una epopeya que perdura con el paso del tiempo.
II
Entrevistado en julio de 1996 por La Jornada en el marco del primer Encuentro por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (http://goo.gl/hq1gFA), el autor de Memoria del fuego miró con los ojos del historiador que afirmaba no ser el levantamiento chiapaneco. “Los zapatistas –señaló en aquella ocasión– han recogido muy bien una herencia que viene de otros procesos revolucionarios de los últimos años [...] en América Latina (la izquierda), estuvo en sus inicios muy viciada por una idea que le impidió cuajar plenamente en las realidades nuestras y arraigarse como hubiera sido deseable, y era la idea de que la revolución iba a salvar al pueblo y que los intelectuales alumbrarían a la plebe. A partir de las revoluciones cubana y sandinista y de muchos procesos populares que hubo en países latinos, como que se hizo posible esta insurgencia de Chiapas, que propone el camino inverso: viaja desde adentro y desde abajo, contradiciendo así el viejo esquema de civilización y barbarie dentro del cual la izquierda latinoamericana estaba presa –está todavía, pero cada vez menos– porque en él, la verdad venía de afuera y de arriba, nunca de adentro y de abajo.”
Con mucho, el amor entre Eduardo Galeano y el EZLN fue un amor correspondido a través de los años y los daños. Hay entre ellos mucho más que participación conjunta en eventos políticos, intercambio de correspondencia, confesiones y complicidades. Si la obra del escritor está poblada de retratos zapatistas, el imaginario insurgente está regado con la literatura del creador de los Espejos.
En una carta del 2 de mayo de 1995, el subcomandante Marcos le confesó al uruguayo que le escribe porque le dieron ganas de hacerlo. “Es de madrugada y como almohada tengo un fusil (bueno, en realidad no es un fusil, es una carabina que fue de un policía hasta enero de 1994. Antes servía para matar indígenas, ahora sirve para que no los maten)”, le cuenta el vocero rebelde, al tiempo que le confiesa que lee uno de sus libros a la luz de un cabito de vela.
Símbolo de lo profundo de esa relación es que el maestro José Luis Solís López, zapatista de la comunidad La Realidad, tomó como sobrenombre el de Galeano. El maestro Solís López fue asesinado el 2 de mayo de 2014 por integrantes de la Central Independiente de Obreros y Campesinos Histórica, en el marco de una sostenida agresión gubernamental en contra del proyecto autónomo zapatista. El autor de Los hijos de los días declaró entonces al portal informativoDesInformémonos: “Ojalá no haya muerto en vano ese otro Galeano: yo lo continuaré, de todos modos.”
Días después, en una ceremonia del adiós pública en la que el subcomandante Marcos anunció su desaparición como vocero rebelde y como figura, al tiempo que divulgó una apasionada reflexión sobre el pasado y el futuro del proyecto zapatista, el rebelde tomó el nombre de su compañero asesinado. Marcos se convirtió enGaleano.
Eduardo Galeano encontró entre los indignados madrileños entusiasmo, una palabra griega que significa tener a los dioses adentro. Encontrar entusiasmo –dijo– le hacía ver que vivir vale la pena, y que vivir está más allá de las pequeñeces de la realidad política. Mucho más allá de las pequeñeces de la realidad política, marcada por el entusiasmo, la relación entre zapatistas y Galeano parece haber sido siempre una vivencia compartida de tener los dioses adentro.

Foto: Heriberto Rodríguez/ DesInformémonos

Vilma Fuentes
Invertir en obra es seguro en tiempos o no de crisis,
y una manera de lavar dinero
El Palais Brongniart se sitúa en el centro del barrio de la capital francesa reservado a los asuntos públicos. No a los asuntos políticos, a menudo escandalosos, sino a los asuntos financieros, a menudo aún más escandalosos. Este palacio es conocido bajo el nombre de Palacio de la Bolsa. Uno de los centros mundiales de las finanzas. La literatura, la de Balzac por ejemplo, el genial novelista de la Comedia humana, no dejó de describir este lugar infernal, la Bolsa, donde todo el dinero del mundo pasa de una mano a otra, de un imperio a otro, en unos cuantos segundos. El enriquecimiento para unos, la ruina, y una bala en la cabeza, para otros. Dumas narra en El conde de Montecristo la agitación de los agentes de cambio, en la gran sala de la Bolsa, cuando las acciones de Danglars se vuelven humo y su fortuna se esfuma.
Esto se jugaba, y aquí el verbo jugar es justo pues se juega a la Bolsa como a las carreras de caballo o a la ruleta, en la corbeille (canasto situado en el centro de la planta baja a donde sólo tenían acceso los agentes de cambio titulados). La famosacorbeille, a propósito de la cual Charles de Gaulle, entonces presidente de la República francesa, dijo un día: “¡El porvenir de Francia no se juega en la corbeille!”
Aquí vale la pena un breve vistazo histórico de la creación y transformaciones de la Bolsa. Luis VII, en 1141, instala un lugar de cambio único en el hoy llamado Pont au Change, y no será sino en 1540 cuando se cree la primera Bolsa financiera en Lyon. Dos siglos después, John Law –quien funda un primer banco privado en París, el cual, aunado a la Compañía de Occidente deviene Banco de Estado– sufre una bancarrota en 1720. Para salir de la crisis económica, consecuencia de la quiebra de Law, Luis XV funda la Bolsa de París en 1724. Sin embargo, todas las operaciones bursátiles y de cambio se llevaban en lugares dispersos, e incluso en la calle sobre las bancas –de donde proviene la denominación de “banco”. Al fin, en 1808, Napoleón encarga al arquitecto Brongniart el proyecto de un edificio para acoger la Bolsa.

Palacio Brongniart, presente y pasado
El 20 de junio de 1815, al día siguiente de la batalla de Waterloo, se lleva a cabo otra batalla en la Bolsa. Un hombre, enterado de la derrota de Napoleón antes del anuncio oficial, pone en venta todos sus títulos. Los otros siguen su ejemplo. Las acciones caen a una velocidad espectacular. El hombre espera hasta el último minuto para comprar al más vil precio. Esa mañana, Nathan Rothschil asegura la fortuna de su familia.
Durante casi dos siglos, la canasta de la Bolsa fue el centro de operaciones, obligatoriamente gritadas, de los agentes de cambio, quienes compraban y vendían acciones de empresas según el precio de su cotización, la cual cambia a cada segundo. Sube y baja permanente. Más vale jugar en el momento preciso, ni antes ni después.
En mayo de 1968, los jóvenes revolucionarios del movimiento llevaron su audacia hasta querer incendiar la Bolsa de París. Si se trata de terminar con el capitalismo, comencemos por destruir su templo. El fuego no cambió nada.
La técnica llegará sin problemas a ese resultado: hoy, la Bolsa mundial se juega en silencio por internet. Fin de la corbeille. El juego financiero mundial comunica a través de la tela y con la rapidez de la web.
Un año antes, en 1967, las puertas de la Bolsa se habían abierto, al fin, al género femenino. Así, poco después de mi llegada a París, durante uno de mis recorridos por el laberinto de esta ciudad cargada de tiempo y secretos, entré al Palacio Brongniart. Pasé con rapidez el vestíbulo de entrada, pues desde él podía verse el interior de los mingitorios, desde luego para el género masculino, los cuales aún no se ocultaban tras discretas puertas.
El griterío era fenomenal, tal como lo describe Balzac, y puede escucharse en las películas de los años cuarenta o cincuenta. El ambiente era festivo, vivaz, grito victorioso del capitalismo, El gran Gatsby, la depresión del ’29, los suicidios por el honor y la fortuna perdidos, el oro a flotes y a cataratas, las quiebras y la carrera despiadada tras el dólar.
Hoy, el Palacio Brongniart, sin haber sido incendiado, se ha convertido en un lugar de exposiciones. Lo que no pudieron las llamas, lo pudo internet al volver a lostraders personajes del mundo digital.
Así, cada año tiene lugar una exposición monumental. Todas las galerías de Europa se unen para exponer sus tesoros. Este año fue el “Salón del dibujo”.
De galerías en galerías, el visitante descubre los tesoros de las colecciones que se enorgullecen en exponer. Es una verdadera dicha descubrir una civilización o los restos de épocas terminadas. Un poema, una pintura, una obra que nos murmure que el ser existe y no la nada, que nos devuelva el asombro primigenio.
El visitante descubre, por ejemplo, un dibujo de Géricault que representa a un hombre, si no moribundo, al menos muy disminuido. Se comprende que el mismo dibujante haya pintado el cuadro tan célebre de La balsa de la medusa. A Géricault le fascinaba dibujar o pintar a un hombre justo en el momento en que iba a volverse cadáver. ¿Pensaba, tal vez, que es el momento cuando, cualquier comedia siendo imposible, una imagen, menos falsa que aquélla que nos creemos obligados de presentar a los otros, vale la pena de asirse con la crayola o el pincel del artista?
Otra galería se presenta bajo el nombre “Dada-surrealismo”. Tuve el gusto de encontrar ahí, con Thessa Hérold, directora de la galería, obras de Max Ernst o de Victor Brauner, y de ver el libro de nuestro amigo Georges Sebag –actual experto mayor del surrealismo–, expuesto en medio de los cuadros.
La paradoja, si acaso la hubiese, sería que ese mismo palacio Brongniart, el cual acogió durante dos siglos los intercambios financieros, para no decir sus guerras, acoja ahora obras de arte. No es ningún secreto que la pintura es una inversión segura en tiempos o no de crisis, una especulación para quien juega a la bolsa del arte, un refugio para capitales tránsfugas y, por qué no decirlo, una manera de lavar el dinero purificado por el arte de la obra.
Ayotzinapa, el rayo que no cesa
Adolfo Gilly
Q
ueridas madres, queridos padres de Ayotzinapa:
Guardo vivo el recuerdo de aquel 10 de octubre del año pasado cuando, a demanda de ustedes, obtuvieron por fin la primera entrevista con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el procurador general, Jesús Murillo Karam, en la Procuraduría General de la República, con la intermediación y la presencia de organismos y abogados defensores de derechos humanos. Iniciada la reunión hablaron ustedes todos, una tras otro, como padres y madres de los 43 estudiantes desaparecidos. Hablaron breve y claro, cinco minutos o menos cada una y cada uno.
Dijeron su dolor, su angustia, su reclamo por los hijos ausentes. Impasibles, los funcionarios escuchaban y a algunos de nosotros, simples testigos, mediadores o defensores de derechos, se nos anudaba la garganta y nos brillaba oscura la mirada. No sé cuál sombra pasaba entonces por el alma de esos funcionarios, pues también ellos tienen hijos y familias. Pero sus rostros permanecieron atentos e impasibles y sólo vi en sus ojos el secreto y la razón de Estado.
Guardo el recuerdo de una madre que, dirigiéndose al secretario de Gobernación, le dijo con calma y con mesura: “Señor, usted no sabe lo que estamos viviendo… Durante el día a mi esposo y a mí nos ocupa el trabajo en la casa o en el campo. Pero llega la noche, señor, y a la hora de la merienda el hijo está ausente y no sabemos nada de él y es entonces un dolor muy grande, señor, mucho dolor cuando llega la noche…”. No dijo más y después habló el padre y después los demás, una por uno y uno por una.
Hubo otras reuniones, hasta con el presidente Enrique Peña Nieto, sin que hubiera investigación verdadera. Los funcionarios fueron ganando tiempo y un día, contra los dictámenes y las opiniones de los expertos forenses y de los organismos de derechos humanos internacionales y nacionales y el reclamo masivo del pueblo mexicano, dieron por cerrado el caso, dijeron su excusa histórica, se lavaron las manos y el Presidente se fue a viajar por el mundo con cientos de invitados.
El Grupo Interdisciplinario de Expertos y Expertas Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Amnistía Internacional y otras organizaciones internacionales respondieron reiterando que se trata de un delito de desaparición forzada. Piden también que la investigación prosiga, se abran nuevas líneas y se den a conocer sus resultados.
No es posible ni creíble que al día de hoy, pasados siete meses, el gobierno federal y el gobernador con licencia de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, testigo privilegiado de aquellos días, no sepan la verdad completa sobre quiénes y por qué ordenaron y ejecutaron este crimen de Estado.
Indignado, el pueblo ha respondido con asambleas, marchas y manifestaciones que el pasado 20 de noviembre culminaron en innumerables plazas y calles del país y en el Zócalo de la ciudad de México. Esa movilización prosigue en estos días bajo múltiples formas y tamaños por todos los lugares. Está presente en cada una de las causas y motivos de lucha contra el agravio y el olvido: la tribu yaqui, los zapatistas, las feministas, los movimientos por los derechos humanos, los estudiantes, los trabajadores de todos los oficios, los migrantes, los pueblos y las colonias desprotegidos ante el despojo y el crimen, las autodefensas campesinas, una entera nación agraviada y en vilo. Por eso estamos hoy aquí, siete meses después, para exigir conforme a ley cumplimiento y respuesta del gobierno de la República.
Este pueblo no olvida ni olvidará el crimen de Ayotzinapa, así pasen los días y los años, vivan seguros de ello los jefes de este Estado. En el alma y la vida del pueblo mexicano esta tragedia seguirá presente, irreductible, dolorosa y viva. Y como rayo que no cesa proseguirá su grito: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
43-Antimonumento por Ayotzinapa.
México, DF, 26 de abril de 2015.