martes, 31 de diciembre de 2013

México SA
Amor, familia y negocios
Cupido privatiza la CFE
Romance billonario
Carlos Fernández-Vega
P
ara concretar un negocio multimillonario a costillas de la infraestructura del Estado lo mejor es que todo se haga con amor y quede en familia (biológica y política). Y qué mejor si la integran suegro, yerno e hija, acomodados todos en puestos gubernamentales claves (en México y Estados Unidos), pues así se construye un canal directo de comunicación, permanente, eficiente y altamente confiable, lo que es garantía de un final feliz y exitoso.
Resulta que el senador Manuel Bartlett (La Jornada, Andrea Becerril) denuncia que “Carlos Pascual, ex embajador de Estados Unidos en México, reveló ante el Congreso de su país que planean establecer un sistema eléctrico hemisférico, con grandes beneficios para las trasnacionales estadunidenses. El pasado 11 de abril, Pascual, quien ahora es jefe de Energía del Departamento de Estado, presentó a la Cámara de Representantes un documento en el cual detalla que hay un proyecto denominado Connect America, en el que las empresas de su país, ‘desde la frontera con México hasta la Tierra del Fuego’, pueden establecer un sistema eléctrico que representa un negocio de 1.4 billones de dólares”.
En ese documento, detalla Bartlett, “Pascual insiste en que se trata de un sistema que operaría en todo el continente americano y es una ‘gran oportunidad’ para las empresas de Estados Unidos de entrar a ese negocio, que vale ‘miles de millones de dólares’. Eso demuestra que la privatización de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad responde a los intereses de Estados Unidos y sus corporaciones financieras y energéticas. Ahora que se consumó la reforma energética, ‘con todo tipo de irregularidades, ilegalidades y trampas, en un virtual golpe legislativo, el ex embajador de Estados Unidos va a estar muy contento’”.
En realidad, de tiempo atrás el ex embajador Pascual está muy contento, porque en su afán por aterrizar la privatización energética de México lo primero que logró concretar fue una sólida relación sentimental con la hija de uno de los destacados integrantes del circuito del poder político-empresarial desde tiempos de Carlos Salinas de Gortari, quien fue el primer secretario de la Contraloría General de la Federación, hoy de la Función Pública, ocupó la dirección general de Petróleos Mexicanos y, en el sexenio calderonista, coordinador de la bancada del tricolor en San Lázaro, entre otros cargos públicos.
Y entre el amor, la privatización y los negocios, las piezas fueron acomodándose como por obra de cupido: el yerno, Carlos Pascual, fue designado por el Departamento de Estado enviado especial y coordinador de Asuntos Internacionales de Energía, con el fin de garantizar la seguridad energéticade su país; su gran amor, Gabriela Rojas Jiménez (la hija), fue nombrada por Enrique Peña Nieto directora general adjunta de la Secretaría de Gobernación asimilada al servicio exterior mexicano en Washington DC(léase en la embajada mexicana en la capital estadunidense), y el papá de la novia (léase el suegro), Francisco Rojas Gutiérrez, fue ungido por el nuevo inquilino de Los Pinos director general de la Comisión Federal de Electricidad (pieza clave en el entramado de Connect America, que tanto presume el ex embajador estadunidense en nuestro país) para, entre otros fines, concretar la privatización del servicio público de energía eléctrica.
Se trata de una acaramelada historia de amor, aderezada de un maravilloso entorno familiar, excelentes negocios y órdenes muy precisas de sus respectivos gobiernos para aterrizar –rapidito y de buen modo– la de por sí avanzada privatización eléctrica en México y su decidida incorporación al proyecto Connect America, presentado en sociedad durante la sexta Cumbre de las Américas 2012 (celebrada en Cartagena, Colombia, en abril de ese año) y aplaudido (léase asumido) por el entonces inquilino de Los Pinos, el inefable Felipe Calderón, a quien se le apestó la posibilidad de ser él el gran privatizador del sector energético mexicano. Aun así no hubo problema, porque el relevo en Los Pinos garantizó la continuidad y el aterrizaje de tal proyecto.
Se desconoce cuál es el sueldo que el Departamento de Estado paga a Carlos Pascual, pero se sabe (vía Ifai) que a la señorita Rojas Jiménez la Secretaría de Gobernación le deposita 62 mil 211.33 pesos mensuales netos, y a su papá la Comisión Federal de Electricidad le apoquina 143 mil 492.42 pesos, también netos y cada 30 días. Esa es la información oficial. Muy poco ingreso, en el caso de papá e hija, para un propósito tan noble como el citado: un negocio, a costillas de la nación (en el caso mexicano y en el de otros gobiernos latinoamericanos igual de solícitos que el de aquí), querepresenta 1.4 billones de dólares (el PIB mexicano completito), de acuerdo con la denuncia del senador Bartlett. Pero es tal el amor, el entendimiento familiar y la pasión privatizadora, que la parte salarial es lo menos importante.
La revista Proceso (Jesús Esquivel, 27 de abril de 2013) lo reportó así: “Una designación que pasó casi inadvertida en México ha causado inquietud y estupor entre los diplomáticos mexicanos de carrera: la de Gabriela Rojas Jiménez como agregada de la Secretaría de Gobernación en la embajada de (México en) Estados Unidos. La funcionaria es hija de Francisco Rojas, director de la Comisión Federal de Electricidad, y es también esposa de Carlos Pascual, el ex embajador estadunidense que ahora se encarga curiosamente de los asuntos energéticos de la cancillería de su país. En una decisión que podría desembocar en un conflicto binacional de intereses, el gobierno de Enrique Peña Nieto nombró agregada de la Secretaría de Gobernación en la embajada en Estados Unidos a Gabriela Rojas Jiménez, esposa de Carlos Pascual. Rojas Jiménez es hija de Francisco Rojas (…) y asumió su puesto en la sede diplomática la semana pasada, cuando Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, realizaba una visita oficial en Washington”.
Lo mejor del caso es que en este romántico caso la señorita Rojas Jiménez no aparece relacionada en el directorio oficial (SRE) del personal que despacha en la embajada mexicana en Washington, pero el Ifai sí registra cargo, nivel y salario de la electrizante novia del ex embajador estadunidense, quien también ha ocupado cargos en el Consejo de Seguridad Nacional de su país.
¿Dudas sobre el amor, los negocios y las privatizaciones en México?
Las rebanadas del pastel
Y en este romántico ambiente, feliz Año Nuevo, con todas las reservas del caso. Un abrazo y ¡salud! Nos rencontramos el próximo jueves.
Twitter: @cafevega
Zapatismo: la riqueza de la dignidad
Luis Hernández Navarro
E
n la comunidad Emiliano Za­pata, en el caracol Torbellino de Nuestras Palabras, 30 familias zapatistas trabajan en colectivo. Poseen en común un cafetal, huertos de hortalizas y unas 350 cabezas de ganado. Sus pobladores no reciben apoyos gubernamentales de ningún tipo, pero su nivel de vida es mucho mejor que el de los poblados priístas a su alrededor.
En la comunidad hay una pequeña tienda comunal cuyas ganancias se destinan a las obras que el pueblo necesita. Allí, como en todas las otras regiones rebeldes, los recursos de las cooperativas sirven para financiar obras públicas como escuelas, hospitales, clínicas, bibliotecas o tuberías de agua.
Por todo el territorio rebelde florece un sistema autónomo de bienestar basado en una reforma agraria de facto que privilegia el uso comunitario de tierras y recursos naturales, en el trabajo colectivo y en la producción de valores de uso, y en prácticas de comercio justo en el mercado internacional.
En las zonas de influencia zapatista se ha ido derrotando la ley de San Garabato, que dicta que los campesinos deben comprar las mercancías que necesitan caro y vender sus productos barato. Sucede con frecuencia que los coyotes(intermediarios comerciales abusivos) se ven obligados a pagar a las bases de apoyo rebeldes por sus cosechas, ganado y artesanías precios más altos que los que ofrecen a los pobladores no organizados. Las cooperativas zapatistas han adquirido un verdadero enjambre de vehículos automotores para trasladarse y transportar su producción.
En las comunidades rebeldes se ha generado conciencia ambiental. En ellas se practica la agroecología y se ha ido desterrando el uso de fertilizantes químicos. Se efectúan trabajos para proteger los suelos. Hay una preocupación genuina y generalizada por conservar bosques y selvas.
Como señalan los autores del libroLuchas muy otras: zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas: los retos de la sustentabilidad en la reproducción comunitaria subraya la tensión entre la necesidad de subsistir dentro de del esquema socioeconómico existente y el proyecto de transformación de dicho esquema. Lo que allí se perfila es, más que un modelo económico zapatista, un proceso endógeno y diverso de las prioridades de las comunidades, como alternativa al sometimiento a la lógica aplanadora del capital trasnacional.
En los 27 municipios zapatistas no se bebe alcohol ni se siembran estupefacientes. Se ejerce justicia sin intervención gubernamental. Más que en el castigo, se pone el acento en la rehabilitación del infractor. Las mujeres han conquistado posiciones y responsabilidades poco frecuentes en comunidades rurales.
La red de infraestructuras comunes en educación, salud, agroecología, justicia y autogobierno, que los insurgentes han construido al margen de las instituciones estatales, funciona con su propia lógica, plural y diversa. Las comunidades zapatistas han formado cientos de promotores educativos y sanitarios, y de técnicos agropecuarios, de acuerdo con su cultura e identidad.
Todo esto se ha logrado porque los zapatistas se gobiernan a sí mismos y se autodefienden. Construyen la autonomía sin pedir permiso, en medio de una campaña permanente de contrainsurgencia. Resisten el hostigamiento perenne de 51 destacamentos militares, y de programas asistenciales que buscan dividir a las comunidades en resistencia ofreciéndoles migajas.
Sin embargo, a fines de este año se desató una campaña de difamación que asegura que nada de esto es cierto. Falsamente, se asegura que los zapatistas viven peor hoy que hace 20 años, que destruyen el medio ambiente y que dividen a las comunidades. Se trata del último episodio de una guerra sucia tan antigua como el levantamiento mismo.
Las calumnias no se sostienen. Cen­tenares de testimonios públicos dan cuenta de que las acusaciones contra los rebeldes nada tienen que ver con la realidad que los difamadores difunden. Por ejemplo, el pintor Antonio Ortiz, Gritón, estuvo en la comunidad de Emiliano Zapata entre el 11 y 16 de agosto de este año, en el marco de la escuelita zapatista, y documentó su vivencia en un conmovedor relato que subió a Facebook. Le sorprendió encontrar que 30 familias indígenas poseían 350 cabezas de ganado. Él fue parte de un grupo de mil 700 personas que, en agosto de este año, asistieron a la primera escuelita zapatista.
También estuvieron allí Gilberto López y Rivas y Raúl Zibechi, quienes, en las páginas de La Jornada,compartieron sus reflexiones. Lo mismo hizo la periodista Adriana Malvido en Milenio, o la bailarina Argelia Guerrero en publicaciones alternativas. Todos constataron de manera directa cómo viven, trabajan, se educan, se curan y piensan las comunidades zapatistas.
Durante casi una semana, los mil 700 invitados fueron trasladados, hospedados y alimentados por sus anfitriones a las comunidades en las que vivieron. Cada uno fue acompañado por un cuadro zapatista que respondió a sus preguntas e inquietudes sobre su historia, lucha y experiencia organizativa, y les tradujo de las lenguas indígenas al español. Esta experiencia se está repitiendo este fin de año y se repetirá al comenzar 2014.
Una iniciativa educativa de esta magnitud, que supone una pedagogía distinta de la tradicional, sólo puede sostenerse sobre la existencia de comunidades con una base material capaz de albergar a los invitados, de una organización con la destreza y disciplina para operar un proyecto tan ambicioso, y miles de cuadros políticos con la formación para explicar su vida cotidiana y su propuesta de transformación social.
Desde abajo, los zapatistas están cambiando el mundo. Su vida es hoy muy diferente a la que tenían hace 20 años. Es mucho mejor. A lo largo de las últimas dos décadas, se han dado a sí mismos una vida digna, liberadora, llena de sentido, al margen de las instituciones gubernamentales. No lo están haciendo en unas cuantas comunidades aisladas, sino en centenares de ellas, establecidas en un amplio territorio. Hay, en este laboratorio de transformación política emancipadora, mucho que aprender y que agradecer.
Twitter: @lhan55
Petróleo y soberanía: más allá de México
Pedro Salmerón Sanginés
L
os partidarios de la reforma energética prianista nos piden que comparemos, que revisemos los benéficos efectos de la operación de dichas compañías en los países que no han cometido la torpeza de echarlas de su territorio, como hizo el general Cárdenas en 1938. De acuerdo, hagamos un poco de historia.
Las grandes compañías petroleras ejercen un poder político y económico inaudito y a escala universal. Tres de esas compañías, la Standard Oil, la Royal Dutch Shell y la Anglo-Iranian, se repartieron el mundo en 1928 y, al parecer, sus herederas continúan ese acuerdo: la Shell mantiene su nombre; la Anglo-Iranian se convirtió en British Petroleum, y complejos procesos de fragmentación y fusión han convertido a la Standard Oil en la ExxonMobil y la Chevron-Texaco.
Estas compañías controlan entre 10 y 15 por ciento de la producción global de crudo, frente a 30 por ciento de las mayores empresas estatales del mundo. Sin embargo, las cuatro gigantescas multinacionales obtienen ganancias muy superiores a las empresas estatales porque se enfocan a la refinación, industrialización y comercialización de derivados del petróleo, negocios mucho más rentables que el de la extracción. En la época en que controlaban la extracción, el petróleo mexicano fue de su propiedad; luego, durante 40 años decidimos con relativa libertad nuestra política petrolera, pero en 1977 hubo un cambio de paradigma que reorientó a Pemex hacia la extracción, lo que, sumado a su descapitalización y sabotaje por los gobiernos neoliberales, hará del negocio petrolero mexicano exactamente lo que necesita el oligopolio mundial: un país exportador de crudo para beneficio de aquellas empresas. Exactamente igual que en el porfiriato.
El oligopolio mundial del petróleo ha financiado golpes de Estado, impuesto monarcas y dictadores e impulsado sus intereses de manera criminal. De una lista muy larga vale recordar el boicot al petróleo mexicano entre 1938 y 1942 (así es: el actual gobierno quiere abrir la puerta a las mismas empresas que hicieron todo lo posible por empujar a sus gobiernos a hacernos la guerra); el bloqueo a Cuba iniciado en 1960 por presiones de la Standard Oil; el golpe de Estado en Uruguay en 1933, que acabó con el intento de control de la refinación de petróleo por el Estado. Este golpe, así como las sucesivas amputaciones de Petrobras, fue precedido por una campaña propagandística orquestada por la Standard Oil y la Shell, cuyo tono y términos son extraordinariamente parecido al que enfilan contra Pemex nuestros gobernantes.
En Argentina el cártel mundial del petróleo financió los golpes militares de 1930, 1943 y 1966, que se dieron con toda oportunidad para evitar leyes que las empresas consideraban nocivas para sus intereses. Y necesitaríamos varios artículos para contar las presiones, mutilaciones y agresiones sistemáticas del oligopolio contra los intentos brasileño y venezolano por controlar y aprovechar en beneficio propio sus riquezas del subsuelo. Además de cuartelazos, la Standard Oil y la Shell provocaron la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935). Si nos vamos a Medio Oriente la historia es igual de aterradora: guerras, cuartelazos, invasiones y destrucción para que los gobernantes locales se plieguen a los dictados de las cuatro: La gran guerra por la civilización, de Robert Fisk, ilustra con claridad y precisión quiénes están detrás de los genocidios y las catástrofes humanas de Medio Oriente, y por qué las provocan.
Dicen los jilgueros del gobierno que aquí no pasará eso cuando nos entreguemos a las cuatro (o dada su división del mundo, más bien a la ExxonMobil y a la Chevron: la misma Standard Oil que se rebeló contra nuestras leyes en 1927 y 1938), porque serán reguladas y acotadas. Más allá de que jamás nadie ha podido hacer eso (o se les expulsa, o ellas imponen sus reglas), ¿quién las regulará y las acotará?, ¿los mismos que han regulado el monopolio en telefonía y el duopolio televisivo?; ¿los que impiden que nuestro sistema financiero pase por completo a manos extranjeras?, ¿los que acotan y limitan el poder del crimen organizado?, ¿los que estorban que la minería vuelva a ser el negocio más sucio y uno de los más criminales de nuestra historia?
Historia, dirán las derechas entreguistas, esas generosas trasnacionales ya no se portan así. Ideología, dirán, haciendo caso omiso de los hechos. No son verdades, sólo interpretaciones, dirán otra vez mis críticos. Por eso EPN puede mentir impunemente, porque sólo hay una verdad: el dogma de la mano invisible del mercado.
¿Cómo no llamarlos por su nombre, traidores a la patria?
Twitter: @salme_villista
En el veinte anivesario del¡Ya basta!
Adolfo Gilly
Foto
Los comandantes David y Tacho del Ejército Zapatista de Liberación Nacional observan el mitin de apoyo en Ciudad Universitaria, el 21 de marzo de 2001Foto La Jornada
Carta a los comandantes David y Tacho
Compañeros comandantes:
R
ecordarán tal vez ustedes, como yo ciertamente lo recuerdo, que en la primera Escuelita, a mediados de este año 2013, el EZLN tuvo conmigo la atención, y yo la buena suerte, de designarlos mis votanes (guías, interlocutores, protectores). Por esta razón les dirijo esta carta pública, la cual va también para todos cuantos quieran dedicar un momento a su lectura.
Esta carta quiere ante todo celebrar los veinte años trascurridos desde aquel 1º de enero en que las comunidades indígenas del Sureste, organizadas en el Ejército Zapatista, irrumpieron a plena luz en la historia de México y de América Latina, tomaron cinco ciudades y dijeron ¡Ya basta!, exclamando sus agravios, sus razones y su programa de justicia y libertad.
Así comenzó esta aventura rebelde que lleva ya veinte años y todos los que todavía durará.
***
Invocaron ustedes entonces como causa inmediata dos hechos capitales, cuyas secuelas estamos viviendo en la tragedia mexicana de estos días. Uno fue la modificación radical del artículo 27, pilar de la Constitución de 1917, abriendo la puerta al desmantelamiento definitivo del ejido y a la privatización del territorio mexicano a favor del capital financiero.
Y como causa convergente, denunciaron la subordinación de la nación a la economía, las finanzas y el mercado de Estados Unidos con la implantación del Tratado de Libre Comercio (TLC) a partir del 1º de enero de 1994, fecha en la cual la noticia de la insurrección del sur amargó los festejos de los poderosos por ese Tratado.
Veinte años después, esos dueños del poder acaban de completar la destrucción del artículo 27, abriendo de par en par las puertas a la privatización del petróleo y de las riquezas naturales de la nación a la potencia militar vecina, y entregando a su maquinaria militar nuestros recursos estratégicos. Así las petroleras regresarán con sus guardias blancas, sus militares y policías privados, sus territorios, sus espías, sus abogados, sus políticos a sueldo y su arrogancia imperial.
Estados Unidos y su máquina militar acaban de ganar en México el equivalente de una guerra de Irak, pero sin guerra y al otro lado de su frontera.
***
El reparto agrario y la expropiación petrolera de los años del presidente Lázaro Cárdenas, cuando se hizo efectivo el contenido del artículo 27 no brotaron simplemente de la voluntad presidencial. Esa voluntad se fue reforzando y tomando cuerpo en las luchas de los campesinos, las comunidades indígenas, los trabajadores industriales, los electricistas, los petroleros, los maestros. Un viento de organización y de esperanza sopló sobre todo el territorio.
El sindicato petrolero nacional, heredero de las grandes luchas obreras de los años 20, se organizó formalmente en agosto de 1935. Nació en la pelea por sus derechos y su contrato colectivo. Lo rodeaba una marea de organización apoyada desde el gobierno. En 1935 hubo cerca de seiscientas huelgas grandes y pequeñas, casi todas resueltas a favor de las demandas obreras por las juntas de conciliación y arbitraje. En 1936, en La Laguna, el presidente Cárdenas dio razón a las demandas campesinas contra los latifundistas ingleses. Allí se inició la reforma agraria que llevó al reparto de unos veinte millones de hectáreas bajo la forma de ejidos o pequeña propiedad.
Sobre ese reparto agrario y la organización campesina se apoyó un audaz programa educativo, la educación socialista, llevado adelante por un ejército de maestros rurales que llegaron hasta el heroísmo al tener que enfrentar con sus cuerpos y sus vidas las guardias blancas de los terratenientes y de los cristeros.
Sin movilización y organización obrera el presidente Cárdenas no habría podido imponerse en 1935 sobre el ala callista y sus aliados militares y políticos y, entonces, abordar desde 1936 el reparto agrario. Y sin este reparto no hubiera tenido la base de apoyo y estabilidad para realizar en 1938 la expropiación del petróleo enfrentando a la vez a dos potencias mundiales: Gran Bretaña y a Estados Unidos.
***
La organización de un pueblo en movimiento fue la clave de las conquistas mexicanas: educación, tierra, salarios, petróleo, bosques y una conquista inmaterial que los poderosos odian con ese odio cerval que destila Televisa en sus programas: la dignidad y el respeto como condición de vida y de comunidad de mujeres y hombres en todas las edades de la vida.
El objetivo último de la guerra sucia contra el pueblo mexicano que los gobiernos hoy llaman “guerra contra el narco” ha sido sembrar el miedo, paralizar por el desamparo y la pobreza, destruir la capacidad de organización y de respuesta. Para ello durante décadas han destruido y saqueado Pemex; han corrompido a sus funcionarios y su sindicato; han destruido el Instituto Mexicano del Petróleo; lo mismo han hecho con la industria eléctrica y con las organizaciones de los maestros, los petroleros, los electricistas.
El objetivo de esa guerra ha sido dejar al pueblo sin defensa y sin capacidad de reacción inmediata ante el golpe de mano contra el patrimonio y la soberanía de la nación, largamente preparado, que Poder Ejecutivo y Congreso de la Unión acaban de asestar.
Pero, como ustedes y nosotros bien sabemos, la conquista inmaterial de la experiencia, la dignidad y el coraje, producto de la vida y de esa historia, no han podido destruirla. Aquí está aunque a veces se esconda, se disimule o se cubra con máscaras de palabras o de silencios. Aparece después en los movimientos de los Indignados; en las irrupciones de los #YoSoy132 en medio de una desleída campaña electoral; en las manifestaciones de los maestros; en las protestas contra la injusticia de una justicia que encarcela a Yakiri y no halla a los violadores; en las calles de nuestras ciudades, en las normales rurales y en las defensas comunitarias que protegen Cherán y tantos pueblos azotados por la violencia del narco y del ejército.
***
Estuve en la primera Escuelita, allá en San Cristóbal, a mitad de año. Lo que escuché en las palabras y vi en la presencia física de los expositores y las expositoras zapatistas, jóvenes todos que a la hora de la insurrección tienen que haber sido niños, fue una tarea larga de organización humana, decuadros como se diría en el lenguaje de la izquierda, de hombres y mujeres que saben explicar y organizar para fines comunes y con palabras comunes para todos.
Eso no se logra en un día o en un año. Requiere una larga paciencia, saber escuchar y comprender y una cierta humildad en quienes la practican. Arrogancia y soberbia son sus enemigos mortales, esas virtudesde quienes nunca han organizado a nadie, ni en las malas ni en las buenas, pero han hablado y escribido mucho acerca de sus propias hazañas y personas.
Entre las cosas que allá escuché, anoté algunas:
Somos trabajadores del campo y nos abastecemos y gobernamos nosotros mismos. Controlamos nuestro territorio y tenemos hoy 27 municipios autónomos. Tenemos un sistema nuestro de justicia donde nada tiene que ver el dinero. Hemos logrado gobernarnos entre nosotros y hemos hecho nuestra autonomía. Podemos decidir los planes de trabajo. Con esa libertad podemos conquistar otros corazones. Pueblo que no se organiza en si mismo, pueblo que no tendrá futuro.
Nuestros responsables no reciben salario. Tienen que hacer su trabajo por conciencia. Tenemos nuestras autoridades propias en salud, educación y gobierno. Hemos avanzado por prueba y error en las decisiones. Así se formaron las Juntas de Buen Gobierno. Tenemos ahora veintisiete Municipios Autónomos.
Cada municipio son varias regiones, cada región son varios pueblos. Sistemas de educación y sistemas de salud hemos organizado en los municipios. Tenemos nuestros dispensarios. Es algo que nos llevó mucho tiempo. Sin nuestra presencia, ya se habrían apoderado de todos los recursos naturales y echado para afuera a las comunidades indígenas.
Hay diez radios comunitarias en los cinco Caracoles. Tenemos nuestros dispensarios de salud en las cabeceras, pero también hemos habilitado saberes y conocimientos tradicionales en todo el territorio: hueseros, parteras y conocedores de plantas medicinales. Cuando el dispensario está lejos, a veces una compañera tenía que caminar cinco o seis horas desde el fondo de la selva y a veces parir en el camino en condiciones difíciles. Nos hemos dedicado a rescatar la vieja cultura y que el parto se haga en el pueblo con parteras locales. Lo mismo para la herbolaria o para el huesero en caso de fracturas o dislocaciones o dolores.
***
Mucho más escuché, compañeros comandantes, pero ya esta carta es muy larga. Estoy escribiendo cosas prácticas y sencillas. Ustedes ya las saben pero otros, que todavía no, las leerán y sabrán.
Quiero decir, en fin, que lo que vi y escuché es experiencia, organización, conocimiento, confianza en las propias fuerzas y otras condiciones alcanzadas que tal vez quedarán para escrituras futuras, si el tiempo nos da vida y la vida nos da tiempo.
Reciban un saludo fraternal y mi gratitud por la invitación a la Escuelita y por la conversa de aquella tarde.
Adolfo Gilly
En el veinte anivesario del¡Ya basta!
Adolfo Gilly
Foto
Los comandantes David y Tacho del Ejército Zapatista de Liberación Nacional observan el mitin de apoyo en Ciudad Universitaria, el 21 de marzo de 2001Foto La Jornada
Carta a los comandantes David y Tacho
Compañeros comandantes:
R
ecordarán tal vez ustedes, como yo ciertamente lo recuerdo, que en la primera Escuelita, a mediados de este año 2013, el EZLN tuvo conmigo la atención, y yo la buena suerte, de designarlos mis votanes (guías, interlocutores, protectores). Por esta razón les dirijo esta carta pública, la cual va también para todos cuantos quieran dedicar un momento a su lectura.
Esta carta quiere ante todo celebrar los veinte años trascurridos desde aquel 1º de enero en que las comunidades indígenas del Sureste, organizadas en el Ejército Zapatista, irrumpieron a plena luz en la historia de México y de América Latina, tomaron cinco ciudades y dijeron ¡Ya basta!, exclamando sus agravios, sus razones y su programa de justicia y libertad.
Así comenzó esta aventura rebelde que lleva ya veinte años y todos los que todavía durará.
***
Invocaron ustedes entonces como causa inmediata dos hechos capitales, cuyas secuelas estamos viviendo en la tragedia mexicana de estos días. Uno fue la modificación radical del artículo 27, pilar de la Constitución de 1917, abriendo la puerta al desmantelamiento definitivo del ejido y a la privatización del territorio mexicano a favor del capital financiero.
Y como causa convergente, denunciaron la subordinación de la nación a la economía, las finanzas y el mercado de Estados Unidos con la implantación del Tratado de Libre Comercio (TLC) a partir del 1º de enero de 1994, fecha en la cual la noticia de la insurrección del sur amargó los festejos de los poderosos por ese Tratado.
Veinte años después, esos dueños del poder acaban de completar la destrucción del artículo 27, abriendo de par en par las puertas a la privatización del petróleo y de las riquezas naturales de la nación a la potencia militar vecina, y entregando a su maquinaria militar nuestros recursos estratégicos. Así las petroleras regresarán con sus guardias blancas, sus militares y policías privados, sus territorios, sus espías, sus abogados, sus políticos a sueldo y su arrogancia imperial.
Estados Unidos y su máquina militar acaban de ganar en México el equivalente de una guerra de Irak, pero sin guerra y al otro lado de su frontera.
***
El reparto agrario y la expropiación petrolera de los años del presidente Lázaro Cárdenas, cuando se hizo efectivo el contenido del artículo 27 no brotaron simplemente de la voluntad presidencial. Esa voluntad se fue reforzando y tomando cuerpo en las luchas de los campesinos, las comunidades indígenas, los trabajadores industriales, los electricistas, los petroleros, los maestros. Un viento de organización y de esperanza sopló sobre todo el territorio.
El sindicato petrolero nacional, heredero de las grandes luchas obreras de los años 20, se organizó formalmente en agosto de 1935. Nació en la pelea por sus derechos y su contrato colectivo. Lo rodeaba una marea de organización apoyada desde el gobierno. En 1935 hubo cerca de seiscientas huelgas grandes y pequeñas, casi todas resueltas a favor de las demandas obreras por las juntas de conciliación y arbitraje. En 1936, en La Laguna, el presidente Cárdenas dio razón a las demandas campesinas contra los latifundistas ingleses. Allí se inició la reforma agraria que llevó al reparto de unos veinte millones de hectáreas bajo la forma de ejidos o pequeña propiedad.
Sobre ese reparto agrario y la organización campesina se apoyó un audaz programa educativo, la educación socialista, llevado adelante por un ejército de maestros rurales que llegaron hasta el heroísmo al tener que enfrentar con sus cuerpos y sus vidas las guardias blancas de los terratenientes y de los cristeros.
Sin movilización y organización obrera el presidente Cárdenas no habría podido imponerse en 1935 sobre el ala callista y sus aliados militares y políticos y, entonces, abordar desde 1936 el reparto agrario. Y sin este reparto no hubiera tenido la base de apoyo y estabilidad para realizar en 1938 la expropiación del petróleo enfrentando a la vez a dos potencias mundiales: Gran Bretaña y a Estados Unidos.
***
La organización de un pueblo en movimiento fue la clave de las conquistas mexicanas: educación, tierra, salarios, petróleo, bosques y una conquista inmaterial que los poderosos odian con ese odio cerval que destila Televisa en sus programas: la dignidad y el respeto como condición de vida y de comunidad de mujeres y hombres en todas las edades de la vida.
El objetivo último de la guerra sucia contra el pueblo mexicano que los gobiernos hoy llaman “guerra contra el narco” ha sido sembrar el miedo, paralizar por el desamparo y la pobreza, destruir la capacidad de organización y de respuesta. Para ello durante décadas han destruido y saqueado Pemex; han corrompido a sus funcionarios y su sindicato; han destruido el Instituto Mexicano del Petróleo; lo mismo han hecho con la industria eléctrica y con las organizaciones de los maestros, los petroleros, los electricistas.
El objetivo de esa guerra ha sido dejar al pueblo sin defensa y sin capacidad de reacción inmediata ante el golpe de mano contra el patrimonio y la soberanía de la nación, largamente preparado, que Poder Ejecutivo y Congreso de la Unión acaban de asestar.
Pero, como ustedes y nosotros bien sabemos, la conquista inmaterial de la experiencia, la dignidad y el coraje, producto de la vida y de esa historia, no han podido destruirla. Aquí está aunque a veces se esconda, se disimule o se cubra con máscaras de palabras o de silencios. Aparece después en los movimientos de los Indignados; en las irrupciones de los #YoSoy132 en medio de una desleída campaña electoral; en las manifestaciones de los maestros; en las protestas contra la injusticia de una justicia que encarcela a Yakiri y no halla a los violadores; en las calles de nuestras ciudades, en las normales rurales y en las defensas comunitarias que protegen Cherán y tantos pueblos azotados por la violencia del narco y del ejército.
***
Estuve en la primera Escuelita, allá en San Cristóbal, a mitad de año. Lo que escuché en las palabras y vi en la presencia física de los expositores y las expositoras zapatistas, jóvenes todos que a la hora de la insurrección tienen que haber sido niños, fue una tarea larga de organización humana, decuadros como se diría en el lenguaje de la izquierda, de hombres y mujeres que saben explicar y organizar para fines comunes y con palabras comunes para todos.
Eso no se logra en un día o en un año. Requiere una larga paciencia, saber escuchar y comprender y una cierta humildad en quienes la practican. Arrogancia y soberbia son sus enemigos mortales, esas virtudesde quienes nunca han organizado a nadie, ni en las malas ni en las buenas, pero han hablado y escribido mucho acerca de sus propias hazañas y personas.
Entre las cosas que allá escuché, anoté algunas:
Somos trabajadores del campo y nos abastecemos y gobernamos nosotros mismos. Controlamos nuestro territorio y tenemos hoy 27 municipios autónomos. Tenemos un sistema nuestro de justicia donde nada tiene que ver el dinero. Hemos logrado gobernarnos entre nosotros y hemos hecho nuestra autonomía. Podemos decidir los planes de trabajo. Con esa libertad podemos conquistar otros corazones. Pueblo que no se organiza en si mismo, pueblo que no tendrá futuro.
Nuestros responsables no reciben salario. Tienen que hacer su trabajo por conciencia. Tenemos nuestras autoridades propias en salud, educación y gobierno. Hemos avanzado por prueba y error en las decisiones. Así se formaron las Juntas de Buen Gobierno. Tenemos ahora veintisiete Municipios Autónomos.
Cada municipio son varias regiones, cada región son varios pueblos. Sistemas de educación y sistemas de salud hemos organizado en los municipios. Tenemos nuestros dispensarios. Es algo que nos llevó mucho tiempo. Sin nuestra presencia, ya se habrían apoderado de todos los recursos naturales y echado para afuera a las comunidades indígenas.
Hay diez radios comunitarias en los cinco Caracoles. Tenemos nuestros dispensarios de salud en las cabeceras, pero también hemos habilitado saberes y conocimientos tradicionales en todo el territorio: hueseros, parteras y conocedores de plantas medicinales. Cuando el dispensario está lejos, a veces una compañera tenía que caminar cinco o seis horas desde el fondo de la selva y a veces parir en el camino en condiciones difíciles. Nos hemos dedicado a rescatar la vieja cultura y que el parto se haga en el pueblo con parteras locales. Lo mismo para la herbolaria o para el huesero en caso de fracturas o dislocaciones o dolores.
***
Mucho más escuché, compañeros comandantes, pero ya esta carta es muy larga. Estoy escribiendo cosas prácticas y sencillas. Ustedes ya las saben pero otros, que todavía no, las leerán y sabrán.
Quiero decir, en fin, que lo que vi y escuché es experiencia, organización, conocimiento, confianza en las propias fuerzas y otras condiciones alcanzadas que tal vez quedarán para escrituras futuras, si el tiempo nos da vida y la vida nos da tiempo.
Reciban un saludo fraternal y mi gratitud por la invitación a la Escuelita y por la conversa de aquella tarde.
Adolfo Gilly

martes, 17 de diciembre de 2013

Petróleo y soberanía: los libros que no leyó EPN
Pedro Salmerón Sanginés
E
stas semanas he estado releyendo los principales estudios académicos sobre el petróleo en México. La bibliografía es abundante y en ella destacan trabajos de gran calidad y enorme aliento. Me gustaría mencionar los libros de Lorenzo Meyer (1968, 2009 y 2012), Antonio J. Bermúdez, (1976), Lorenzo Meyer e Isidro Morales (1990); Adolfo Gilly (1994), Jonathan Brown (1998), Ángel de la Vega Navarro (1999), Myrna I. Santiago (2006) y Joel Álvarez de la Borda (2006 y 2011), así como los estudios sobre el desarrollo económico de México de autores como Leopoldo Solís, Enrique Cárdenas, Carlos Tello y Rolando Cordera.
Estos trabajos tienen perspectivas diferentes: los hay que parten de las relaciones internacionales, que se enfocan en el desarrollo económico, que privilegian los aspectos políticos o hacen historia de la industria. Sin embargo, todos coinciden en señalar el carácter depredador e incluso criminal de las compañías trasnacionales que operaron en nuestro país entre 1883 y 1938. Todos los estudios muestran a dichas compañías como ejemplo de la parte más nociva del capitalismo salvaje y muestran también que el supuesto desarrollo por ellas traído jamás compensó la depredación, el saqueo y el desafío sistemático al estado de derecho.
La depredación de nuestros recursos naturales recibió el respaldo de un gobierno entreguista, que en 1901 promulgó una ley que permitía la explotación de los hidrocarburos por las compañías trasnacionales y que en 1909 otorgó a los dueños de tierras la propiedad exclusiva del petróleo, revirtiendo así el principio jurídico según el cual la propiedad del subsuelo pertenece a la nación (principio recuperado en la Constitución de 1917).
Tres trasnacionales (la subsidiaria de la Standard Oil; la de Doheny el cruel, y la británica de Lord Cowdray, a quien en la Cámara de los Lores llamaban member for México) se lanzaron a una carrera feroz para adquirir el mayor número posible de tierras en la que la extorsión, la intimidación, la violencia y el asesinato selectivos no fueron la excepción, sino la norma, como ha documentado, entre otros autores, Myrna Santiago. Posteriormente, durante la Revolución, las compañías pagaron fuerzas armadas que defendieron sus intereses particulares e impusieron sus leyes en una vasta región de la República; luego se rebelaron contra nuestras leyes en 1927 y 1938.
Hay otras coincidencias en estos trabajos, que muestran que la expropiación de 1938 dio a la nación la capacidad de dirigir su política económica haciendo secundario el capital exterior (ya no el dominante que dictaba la ruta): esta disminución de la dependencia permitió el crecimiento de sectores claves de la economía y cuatro décadas de crecimiento a tasas mayores a 6 por ciento anual, aunque la empresa pública petrolera haya quedado subordinada a los objetivos del Estado y aunque algunos autores (como Lorenzo Meyer), más que fin de la dependencia, vean un proceso de transformación de la misma.
De diversas maneras, la renta petrolera se convirtió durante cuatro décadas en uno de los factores fundamentales del crecimiento, y la producción y el consumo de derivados del petróleo creció a tasas aún mayores que las del resto de la economía. Como demuestra De la Vega Navarro, los impresionantes resultados de la industrialización y el crecimiento desde 1940 se debieron en buena medida al abastecimiento de energéticos en condiciones altamente favorables para el desarrollo nacional. Como escribió Bermúdez en 1976, la industria petrolera mexicana ha cumplido satisfactoriamente y en todo tiempo el [objetivo] de abastecer los combustibles necesarios para el progreso y el desarrollo del país. Es cierto que el modelo de desarrollo que dio por resultado esos 40 años de crecimiento generó también gravísimas injusticias e inequidades y que fueron los errores de la élite los que provocaron el cambio de rumbo en la política económica de los últimos 30 años.
Al parecer, nada de esto leyeron el Presidente de la República –famoso por su escasa afición a la lectura– ni quienes diseñaron la reciente reforma energética. Al parecer nunca se enteraron de que el petróleo no ha sido para México una mercancía más, sujeta a las leyes del mercado, sino el elemento que en buena medida y durante más de un siglo ha determinado la relación política y económica de México con los grandes poderes, como señala Lorenzo Meyer. Se ha terminado una época de nuestra historia: no existe ya el espíritu ni la letra de los artículos tercero, 27, 123 ni 130 constitucionales. Temo que tampoco el 36.
País roto
Pedro Miguel
N
o es fácil conservar la cabeza fría y el corazón blindado al observar los saldos de la destrucción nacional sistemática emprendida por los sucesivos gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña; hasta el intento de enumeración es doloroso: la propiedad pública, arruinada y saqueada; los derechos básicos, anulados de jure o de facto; la soberanía, entregada; las instituciones corrompidas y desvirtuadas; la población, sometida a la violencia y la zozobra; la criminalidad organizada, erigida en fuerza gobernante; la Constitución, adulterada; la vida republicana, reducida a un acto de simulación; los lazos solidarios, escarnecidos como reminiscencias obsoletas; la sociedad, postrada y enajenada, convertida en un hato de consumidores; la administración pública, parasitada por delincuentes de saco y corbata; las esperanzas de desarrollo, desvanecidas, y la lógica desálvese quien pueda y triunfe el más fuerte, imperantes en un país roto.
A primera vista, podría parecer suicida la determinación de los funcionarios que conforman el proconsulado estadunidense de destruir el país que (des)gobiernan, con la perspectiva de serruchar el piso en el que se encuentran parados. Pero esa tecnocracia, al igual que los capitales a los que sirve, carece de patria. Ya se ha visto cómo, de Salinas en adelante, presidentes y miembros del gabinete, una vez concluidas sus funciones, han encontrado vías de desarrollo personal muy redituables en el seno de organismos financieros, de corporaciones trasnacionales y de centros de producción de ideología neoliberal.
Además, el viejo programa de paz y estabilidad que requerían los grandes capitales ha dejado de ser un buen plan de negocio. Se acumula más y más rápido en escenarios de zozobra y de guerra. Como lo constató la mafia de los Bush en Afganistán e Irak, la destrucción de un país puede ser una operación muy jugosa; incluso, si se trata del país propio, como lo constató en México la mafia de Calderón.
Peña fue puesto en el poder justamente para eso, y en vez de consagrarse a la solución de los más graves problemas nacionales, se ha dedicado, desde un principio, a exacerbarlos: en cosa de un año ha logrado agudizar la inseguridad y la violencia heredadas del calderonato, a llevar al límite el descontento magisterial, a provocar un generalizado resentimiento por el alza de impuestos, a acentuar las tendencias represivas contra las disidencias, a incrementar el agobio de los usuarios de la banca, a terminar de desmantelar el sistema educativo, a multiplicar y exhibir la insolencia, la impunidad y la frivolidad de los empleados y amigos del régimen y a despedazar el pacto social plasmado en la Constitución de 1917.
Ha de reconocerse que el grupo gobernante ha desempeñado muy bien su tarea. Lo de menos es si el propio Peña tiene claro lo que está haciendo; los capitales han copado los puestos públicos y la gran mayoría de los cargos de representación popular con operadores capaces y con experiencia sobrada en la descomposición acelerada de instituciones y sistemas sociales mínimamente funcionales.
No es fácil mantener la cabeza fría y el corazón blindado ante semejante destrucción programada del país. Y, sin embargo, es necesario. El programa del proconsulado neoliberal pasa, justamente, por sembrar desaliento y desesperación que generen respuestas apáticas o violentas: más fácil es dominar a una población abrumada por la derrota y más réditos da la represión contra quienes han perdido –justificadamente, sin duda– los estribos.
El estallido sin rumbo ni esqueleto tiene sobrados promotores en el bando de la antipatria como para ayudarles desde el lado del activismo opositor. El camino para reconstruir el país es el de la concientización y la organización ciudadanas y generalmente resulta largo y fatigoso. Pero ya sea que se pretenda convocar a un paro general, a la desobediencia civil generalizada o a ganar y defender una elección, ha de empezarse por ahí. Ante los empeños por imponer la barbarie y la zozobra desde la cúpula de las instituciones, la sociedad tiene ante sí el desafío de defender la civilización.
Twitter: @Navegaciones
La reforma energética y los nuevos cárteles
Javier Jiménez Espriú
Sin maíz, no hay país
Sin petróleos, los santos óleos
C
on la genuflexión de los congresos locales, que acatan sin chistar las órdenes de sus respectivos gobernadores –bendita división de poderes–, quedará consumado el mayor atentado contra el patrimonio de los mexicanos y la soberanía nacional que haya cometido gobierno alguno posterior al movimiento de la Revolución Mexicana. Un grave error histórico. Una infamia.
Todos, como en el Congreso federal, sin leer siquiera, ya no digamos estudiar, el decreto de ley que fue aprobado, lleno de inconsistencias y contradicciones, en una actitud de servilismo y abyección de quienes prefirieron la cómoda sumisión recompensada al ejercicio de la libertad de expresión y de conciencia, aunque su nombre quede grabado con letras negras de color petróleo, en el muro de la ignominia de la historia de México. Es inaudita –y vergonzosa– no sólo la unanimidad en esta polémica Reforma de los parlamentarios del PRI, sino la inexistente manifestación de cuando menos una duda o la tímida actitud de una abstención, frente a lo que se presentaba. ¡Nada!
¡Qué lamentable espectáculo el de nuestra clase política!
Sin el menor recato, sin siquiera el cuidado de las formas e ignorando conscientemente el fondo y la trascendencia del hecho, e ignorando desde luego también, con desprecio total a la opinión de la mayoría del pueblo mexicano, la reacción, empoderada a saco en las cámaras y en el Ejecutivo de la Unión, impuso las normas que a su vez le imponen los jefes de la política mundial –que para algo espían a los candidatos, convirtiéndolos en promotores obligados e incondicionales de sus deseos– y los jerarcas nacionales e internacionales del dinero, su única patria.
Una reforma en sí denigratoria del talento, la identidad y las capacidades nacionales, derrotista –nosotros no podemos, vengan con sus conocimientos y su dinero a resolver nuestros problemas–, surgida de una decisión previa a todo análisis, proveniente de los organismos internacionales y contraria a los intereses de la nación: la apertura indiscriminada del sector energético que propone la entrega de una parte sustantiva de la renta petrolera y la transferencia del desarrollo de la industria de transformación de los hidrocarburos y la de la generación y comercialización de la energía eléctrica a intereses privados, de aquí y de allá.
Una reforma que, como ha acontecido en otras partes del mundo –y de la que hoy muchos países se arrepienten y reconsideran–, lo que está haciendo es pavimentar el camino para la creación de poderosos cártelesmexicanos de tráfico de hidrocarburos, que convertirán a muchos de nuestros ricos en más ricos y a muchos políticos de hoy y del pasado reciente –ya conformados en redes polícromas, advertidas en las redes sociales con nombres y apellidos– en miembros prominentes de la lista de la revistaForbes.
Las promesas, los engaños de que esta reforma nos hará un país más próspero, se crearán cientos de miles de empleos, bajarán los precios de la energía, ya matizados con laprudente advertencia del presidente del PAN de que los resultados se verán no de inmediato, sino tal vez en unos cinco años –lo que queda de este siniestro sexenio y tiempo suficiente para firmar contratos lesivos para la nación pero que seguramente engordarán las cuentas bancarias de los involucrados–, son estrategias para ganar tiempo y formar grupos de poder económico para seguir medrando con el patrimonio nacional y con el poder político.
Quienes vengan a ayudarnos, atraídos por las espléndidas ganancias ofrecidas, no vendrán ciertamente a promover una explotación racional que tenga como premisa fundamental la seguridad energética de México en el mediano y el largo plazos, como debiera ser, sino a explotar nuestros recursos no renovables tanto como sea posible y en el tiempo más corto –mientras ellos se reservan sus reservas–, para lograr las mayores utilidades y satisfacer las expectativas de sus socios. El futuro de México les importa un pepino, como ya ha quedado claro que les importa también a nuestros políticos.
Y vendrán de fuera las grandes empresas con el apoyo total de sus gobiernos a presionar por sus intereses, ya que declaradamente no tienen amigos, sino intereses, cancelando todas las veces que sea necesario y en la forma que se requiera las decisiones soberanas del Estado, como lo han hecho en todo el mundo y como en su momento lo han hecho aquí.
Pero esto, por más festejos que hoy se den en Los Pinos, en los organismos internacionales de desarrollo y en los cuarteles generales de las trasnacionales interesadas y de los empresarios políticos y los políticos empresarios de nuestro país que hoy se frotan las manos con champán, no será miel sobre hojuelas. Muchos mexicanos, convencidos de nuestra responsabilidad como ciudadanos, continuaremos indeclinablemente en una lucha jurídica, política y social, dentro de normas civilizadas y no violentas, hasta rencauzar el camino del desarrollo y la soberanía de la nación, revirtiendo las modificaciones constitucionales que hoy agreden a México.
No habrá suficientes vallas y granaderos para cercar, como se está haciendo en los congresos donde dizque se debate la reforma, todos los sitios del territorio nacional en los que se manifestarán las voces del pueblo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Un México sin ley
La destrucción de la Constitución de 1917
Adolfo Gilly
M
éxico ingresa en un cambio geopolítico histórico. La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, sancionada en Querétaro en 1917, ha sido desmantelada por el Congreso de la Unión. Estamos ante una concesión de hecho del subsuelo territorial de la nación a la potencia mundial vecina, Estados Unidos.
Es un proceso destructivo del régimen constitucional que comenzó en noviembre de 1991, cuando se reformó el artículo 27 para abrir la puerta al despojo y la privatización de las tierras ejidales, y culmina en diciembre de 2013, cuando una contrarreforma aún más radical acaba de destruir ese artículo pilar de la Constitución, como ya han sido desmantelados en los hechos los originarios artículos 3º, relativo a la educación, y artículo 123, sobre los derechos y garantías de los trabajadores. Este proceso, por otra parte, ya había comenzado antes en las políticas del PRI: charrismo en el sindicato, despilfarro y corrupción en la administración de Pemex.
La Constitución de 1917 ha sido destruida en sus esencias. Tenemos en México muchas leyes. Pero hoy México es un país sin ley, que ha desprotegido a los trabajadores del campo y de la ciudad, así como a sus grandes riquezas naturales, frente a la voracidad del capital trasnacional y las ambiciones de dominación del vecino del norte y sus socios locales.
El desmantelamiento de los artículos 27 y 28 Constitucionales sólo puede compararse en la historia nacional con el fracasado proyecto del Tratado McLane-Ocampo, sin que ninguna situación extrema como fue la intervención francesa le conceda siquiera una sombra de justificación. Esta es la dimensión de lo resuelto por el Congreso de la Unión en este diciembre de 2013.
No se trata ahora de detenerse a imprecar o denostar a quienes así lo decidieron. Se trata de organizar con empeño, tenacidad y paciencia las fuerzas materiales, humanas y territoriales para restablecer en este país la ley de la nación, eso que en Estados Unidos llaman the law of the land y consideran supremo valor a respetar en su territorio y a violar en naciones ajenas: Puerto Rico, Honduras, Venezuela, Panamá, Colombia. Incluida la ocupación de Guantánamo, este listado no tiene fin.
* * *
Destruidos en su esencia los pilares de la Constitución de 1917 –el artículo 27 y su corolario, el artículo 28; el artículo 3º y el artículo 123– se abren las compuertas para que México se vea atraído como país satélite de Estados Unidos. No exagero: no abren así su territorio y sus leyes Francia ante Alemania, Italia frente a Francia, Gran Bretaña frente a Estados Unidos o la India frente a China.
Tómense los ejemplos que se quiera, pero lo cierto es que el proceso de integración y subordinación desencadenado desde la presidencia de Miguel de la Madrid ha pasado una frontera que no tendrá retorno sin un gran sobresalto humano, material y espiritual de la nación entera.
Enumero las consecuencias que en este momento aciago alcanzo a ver:
I. Rendición de soberanía
1. Integración subordinada: Por primera vez en su historia, México se subordina a la nación vecina, Estados Unidos, e integra su soberanía de hecho en la plataforma continental de esa nación.
2. Subordinación financiera a un centro extranjero: Wall Street.
3. Subordinación productiva: ya estipulada en el Tratado de Libre Comercio y consolidada con la derogación de la sustancia de los artículos 27 y 28.
4. Subordinación territorial y militar al Pentágono y sus servicios de inteligencia, ya establecida bajo Calderón y García Luna.
Foto
Foto
5. Subordinación política a Washington D.C. como corolario necesario de lo anterior.
Son todos rasgos, hasta cuesta escribirlo, de un gran Estado satélite, como antes Polonia con la Unión Soviética o la Nicaragua de Somoza con Estados Unidos.
II. El Suchiate, virtual frontera sur de Estados Unidos
1. Migrantes: el Estado mexicano actúa como control y garante de las fronteras de Estados Unidos contra los migrantes de Centro y Sudamérica. Lo que vivimos en nuestro territorio nacional es una masacre metódica y cotidiana subordinada a los intereses y necesidades de Washington, llevada a cabo por armas mexicanas y por responsables del Instituto Nacional de Migración.
2. Guerra sucia: en Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua, Sonora, Michoacán Zacatecas y otros estados de la República se vive, como ya lo anotó Luis Hernández Navarro en estas páginas, una auténtica guerra sucia, dirigida a desorganizar por el terror y a despojar a las poblaciones de sus bienes, sus derechos, sus organizaciones y sus vidas. Esta violencia cotidiana pesa como una fuerza de desorganización para intimidar, desmoralizar, paralizar y disolver resistencias y respuestas. Las policías comunitarias, reprimidas por el Estado o por el narco, son legítimas reacciones de autodefensa ante la desprotección y el terror y testimonios del grado de desintegración de la relación estatal entre gobernantes y gobernados.
3. Narcotráfico: rama poderosa de la economía y la política estrechamente ligada a los canales financieros de México y Estados Unidos y a poderes de ambos países.
4. Presencia permanente y actividad reconocida y pactada del Ejército y los Cuerpos Policiales y de Seguridad del país vecino en el territorio de la nación mexicana.
5. Consolidación y despliegue del mecanismo de subordinación y cesión de soberanía denominado Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
III. Cambio epocal
Esta situación límite, antes desconocida en la historia de México y de América Latina, tiene lugar en el contexto de un cambio epocal de las relaciones de dominación entre las naciones, de sus relaciones políticas y económicas y de las relaciones sociales entre capital y trabajo, ciudad y campo, sociedad y recursos naturales, dentro de cada contexto nacional tal como lo vivimos en este siglo XXI.
En este universo epocal subordinar la soberanía, la economía, los derechos, los salarios y los ingresos, el territorio, la naturaleza y la nación mexicana a los intereses y necesidades de la nación vecina, Estados Unidos, y de sus centros financieros y militares, constituye un vuelco de dimensiones históricas aún difícilmente imaginables. Se trata de un golpe de mano llevado a cabo sin discusión ni consulta, que no responde ante la nación y su pueblo sino a los intereses de los beneficiarios actuales de esas políticas y sus aliados y clientes locales. Tampoco se trata de los intereses del pueblo de Estados Unidos, sino de los de Wall Street y el Pentágono.
Es una emergencia en nuestra historia. Es preciso unirse y organizarse en libertad y democracia, más allá de cualquier otro interés o diferencia en el presente, más allá de cualquier resquemor o distancia en el pasado, organizarse en todos los terrenos y con todos los medios y formas –todos– que prevé y autoriza la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y con toda la libertad y la protección que desde su artículo 1º dicha Constitución garantiza.
México SA
La Colonia restituida
A mineras, gas y crudo
A vivir como noruegos
Carlos Fernández-Vega
A
rrasaron los gestores de la 62 legislatura del Senado de la República (bananera), y lo propio hará el grupo que despacha en San Lázaro. Y para que no quedara la más mínima duda de para quién confeccionaron el moderno traje a la medida, allí están los cambios de última hora en el dictamen que ya había sido votado, es decir, que ya no permitía alteraciones en su redacción ni en su contenido, porque hacerlas sería totalmente ilegal. Pero lo hicieron.
La ya famosa frase peñanietista de que la reforma energética no privatizaría ni un tornillo del sector energético del país pasará a la historia nacional como una de las mayores mentiras institucionales (y miren que de ellas hay un inventario por demás grueso) y deberá inscribirse en el muro de honor de la Cámara de Gestores en el Senado y en el correspondiente en San Lázaro.
Arrasaron, pues, y ya en lo inconcebible el grupo de gestores disfrazados de senadores aprobó que los de por sí depredadores corporativos mineros ahora también claven sus colmillos en el gran pastel de los hidrocarburos. Es una locura, pero generará pingües comisiones a dicho grupo, para el que no ha sido suficiente el saqueo, la permanente evasión fiscal, la constante violación de la ley laboral y los derechos sindicales, la devastación ecológica, el neolatifundismo y demás gracias de los barones de la minería, nacionales y foráneos.
En la madrugada del martes 10 de diciembre, “cambios de última hora que introdujeron PRI y PAN en el dictamen (en materia de energía, ya votado por el pleno) permiten que las empresas mineras que operan en el país (…) puedan explotar el petróleo y gas, asociados a los yacimientos de carbón u otros minerales que formen parte de la concesión que se les haya asignado”, y por las cuales, dicho sea de paso, pagan entre 5 y 111 pesos por hectárea. Este añadido de última hora se suma a las modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, que permiten la apertura total al capital privado en la exploración y explotación de petróleo, en su industrialización, así como en la generación de electricidad, actividades reservadas hasta hoy al Estado (La Jornada, Andrea Becerril y Víctor Ballinas).
A los barones de la minería, pues, el oro, el moro, el gas y el petróleo, es decir, saqueo redondo e impunidad garantizada. Y el que mayores beneficios obtendrá, que no el único, será Alonso Ancira Elizondo, el zar del carbón, cabeza visible del Grupo Acerero del Norte por obra y gracia de Carlos Salinas de Gortari. Pero también el inenarrable Germán Larrea, el de Pasta de Conchos, Alberto Bailleres, totalmente Palacio y, aunque parezca increíble, Carlos Slim. A ellos se suman las empresas canadienses que de México y su oro han hecho su paraíso, con la complicidad de gobierno y legisladores.
Son los mismos que acaparan 95 por ciento de la actividad minera, la extracción y los beneficios, y los mismos que amagaron –Larrea y canadienses a la cabeza– con dejar de invertir en México si el Congreso aprobaba que les cobraran un nuevo derecho. Y lo aprobó, pero a cambio, ya se ve, a los barones de la minería les entregan buena parte del pastel gasífero y petrolero, pues han sido beneficiados con miles de concesiones por medio de las cuales controlan y explotan más de una tercera parte de la geografía nacional (60 millones de hectáreas, y contando) en las que son amos y señores, y en las que abundan gas y oro negro.
Es la Colonia rediviva, pero los gestores incrustados en el gobierno, en el Senado y, por lo visto, en la Cámara de Diputados aseguran que eso esmodernización y lo que a México conviene. No es la primera vez que los legisladores lo hacen, pero ahora pisaron el acelerador a fondo. Tres semanas después de la explosión en la mina Pasta de Conchos (de Germán Larrea), en la que murieron –homicidio industrial de por medio– 65 trabajadores (de los cuales 63 permanecen bajo toneladas de roca y tierra), el Legislativo tomó una decisión que calificó de trascendental. Los primeros beneficiados: Larrea y Alonso Ancira (al momento de llegar Carlos Salinas a la Presidencia de la República, la única fortuna de Ancira era su esposa, por ser prima de Cecilia Occelli y lo que ello implicó).
Retomo parte de lo aquí escrito el 12 de marzo de 2006: “no se sabe cuándo rescatarán a los mineros muertos en Pasta de Conchos, pero en medio de la tragedia los legisladores trabajaron como nunca, con asombrosa cuan sospechosa velocidad, para garantizarles un filón adicional a los empresarios de la minería. El Legislativo aprobó reformas a la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional y a la ley minera, con el propósito de entregar al sector privado la explotación del gas metano asociado a los yacimientos de carbón, mejor conocido como gas grisú, con lo cual los empresarios de la minería obtendrán al menos 550 millones de dólares anuales adicionales que les permitirán elevar sus ganancias, en especial a Grupo México, Peñoles, Autlán y Grupo Acerero del Norte, por medio de sus subsidiarias Minera Carbonífera Río Escondido, Minerales de Monclova y algunas trasnacionales con las que estos corporativos mexicanos se han asociado.
Nadie debe quebrarse la cabeza para conocer quiénes son los dueños, cuando menos las piezas visibles, de estos poderosos grupos mineros que ahora vuelven a pegarle al gordo, sin que autoridad alguna les ponga freno ante la ignominiosa explotación de sus trabajadores. Entonces legislaron a favor de los barones de la minería (a siete años de distancia no se han rescatado los cuerpos en Pasta de Conchos), todos ellos hinchados de dinero mediante los bienes de la nación. Y hoy lo vuelven a hacer. Eso sí, dicen que es por el bien de la patria.
Las rebanadas del pastel
¡Felicidades!, mexicanos guadalupanos, que ahora sí vivirán como noruegos, tal cual prometen los autores intelectuales y materiales de la desnacionalización energética. Eso sí, deberá superarse un pequeño escollo: para que los nativos de este país vivan como escandinavos, México requiere un gobierno decente como el noruego, empresarios respetuosos de la ley como los noruegos y funcionarios incorruptibles como los noruegos. Entonces, mejor cómprense un mullido sillón para esperar el advenimiento del paraíso mientras losmodernizadores saquean a la nación… Pero no se preocupen, que eso especcata minuta: hoy arranca el Lupe-Reyes y el Mundial futbolero cada día está más cerca, en el que los ratoncitos verdes serán campeones, según prometen. Entonces, tranquilos, que si algo sobra en este país es pan y circo.
Twitter: @cafevega
México SA
Tres décadas: la cereza
Otro asalto a la nación
Petróleo: la misma ruta
Carlos Fernández-Vega
Foto
Aspecto de la protesta de militantes del movimiento Morena afuera de la Cámara de Senadores, mientras adentro se discute la reforma energéticaFoto Marco Peláez
T
reinta años de intentonas, una tras otra, sexenio tras sexenio, concluyeron ayer con la ignominiosa entrega del oro negro nacional a intereses particulares, especialmente foráneos. Y de pilón, lo que queda de la generación eléctrica por parte del Estado. Suceda lo que suceda, con cerco o sin él, el petróleo se privatiza porque así lo han dispuesto los gerentes que se presentan como funcionarios al servicio del grupúsculo empresarial que domina el gobierno. Y lo peor del caso es que el voto legislativo es más que suficiente para legalizar la cesión de acuerdo con sus intereses. Todo, desde luego, para que los resultados lleguen a los bolsillos de los mexicanos, la promesa más sobada e incumplida en esas tres décadas.
Por tratarse de un asunto de seguridad nacional los sectores estratégicos no deben quedar en manos privadas, pero en México seis gobiernos al hilo los entregaron todos, y ayer le pusieron la cereza. Ya queda claro en el dictamen que se discutió en el Senado de la República (bananera), pero el quidestá en los artículos transitorios y en la ley reglamentaria que decidirá a quién y en qué proporción se entregará el pastel energético.
De entrada se crearán cuatro nuevos organismos públicos (más burocracia para administrar y cuidar la riqueza del gran capital). Toda la cadena petrolera (de exploración a comercialización) y eléctrica se abre al capital privado. Pemex se convertirá una empresa productiva del Estado que competirá con trasnacionales y barones Forbes. Cancelan subsidios al consumo de energía eléctrica (igual a aumentos de tarifas, es decir, lo contrario a lo que prometió el actual inquilino de Los Pinos). Se modifican los artículos 25, 27 y 28 constitucionales con el fin de que las industrias petrolera y eléctrica dejen de ser estratégicas (exclusivas del Estado) para reclasificarse como prioritarias (de libre participación para el capital privado). Y se crea el Fondo Mexicano del Petróleo que se encargará de distribuir la renta petrolera entre el gobierno y el capital privado.
Pero nada se privatiza, insisten descaradamente los gestores disfrazados de legisladores, quienes aseguran que con la modernización energética ahora sí el primer mundo está a la vuelta de la esquina para los mexicanos, es decir, lo mismo que el grupúsculo en el poder viene prometiendo desde hace 30 años con los resultados por todos padecidos. ¿Qué queda de los sectores estratégicos amparados por la Constitución? Correos, telégrafos, radiotelegrafía; minerales radioactivos y generación de energía nuclear; acuñación de moneda y emisión de billetes. Y paren de contar.
En un resumen no limitativo, vale recordar que en su primer Informe de gobierno (septiembre de 1983), Miguel de la Madrid anunció que seguiremos el proceso de desincorporación (privatización) de entidades públicas no estratégicas ni prioritarias para fortalecer aquellas que sí lo son; con los recursos financieros y la capacidad administrativa que libera el proceso de desincorporación atenderemos las urgencias sociales de nuestra nación. Salvo Pemex y CFE (hasta ayer) no dejaron viva una sola entidad estratégica; vendieron todo, despilfarraron los recursos obtenidos de las privatizaciones y las urgencias sociales crecieron a paso veloz.
Salinas de Gortari reprivatizó la banca, concesionó las carreteras, entregó Telmex y las minas al capital privado, desapareció Conasupo y tantas otras cosas, bajo la misma premisa que Miguel de la Madrid. Se democratiza el capital financiero y las carreteras revertirán en propiedad de la nación, prometía. Pues bien, ambas fueron rescatadas con recursos públicos, y a estas alturas se sigue pagando, a precio de oro, el caldo bancario y carretero (las gruesas albóndigas se quedaron en unas cuantas manos privadas). La telefonía fija pasó de monopolio del Estado a monopolio privado y base para una de las mayores fortunas del mundo. Casi una tercera parte del territorio nacional ha sido concesionado a los saqueadores barones de la minería (nacionales y foráneos), y el país no ha recibido nada a cambio. Y el sistema de comercialización de Conasupo fue suplido por el de Walmart, con todo lo que ello implica.
Zedillo rescató la banca reprivatizada, sólo para extranjerizarla. Prometió una capitalización temporalde las instituciones financieras, y a estas alturas cerca de 90 por ciento de la banca que opera en el país es foránea, y no llegó temporalmente, sino a quedarse de por vida gozando del paraíso, mientras los mexicanos siguen pagando el rescate. Decía este personaje que de mucho servirán las reformas legales tendientes a impulsar la inversión social y privada en ferrocarriles, telecomunicaciones, aviación civil y transporte, distribución y comercialización de gas natural, que comenzarán a rendir sus mejores resultados, en términos de nueva inversión privada, en 1997. En telecomunicaciones todo el mundo sabe qué pasó, lo mismo con los ferrocarriles (de monopolio del Estado a monopolio privado), las aerolíneas (tambiénrescatadas), y la distribución y comercialización del gas natural (antes exclusiva del Estado, se convirtieron en oligopolio, favorable a los intereses españoles).
Fox entregó la cuenca gasífera de Burgos, vía contratos de servicios múltiples, con la promesa de que México no sólo sería autosuficiente en gas natural, sino exportador neto. Las cifras más recientes de la Secretaría de Energía revelan el sonado fracaso en este plano y le ponen la cereza: México se ha convertido en importador neto de gas natural. El de la lengua larga y las ideas cortas también rescató los ingenios azucareros en manos privadas. Nuevo fracaso, que al erario no sólo le costó millones y millones de pesos, sino que finalmente el gobierno tuvo que regresarlos a manos privadas.
Calderón arrasó con Luz y Fuerza del Centro para facilitar la privatización total del sector eléctrico, y para los inversionistas privados pugnó por garantizarles seguridad jurídica en un renglón que la Constitución prohíbe la participación del capital privado. Al cierre de su sexenio, cerca de 40 por ciento de la generación eléctrica correspondió a los particulares.
Llegó Peña Nieto…y asalto consumado.
Las rebanadas del pastel:
Eso sí, todos prometieron combatir la pobreza con los recursos públicos que seliberaban con las privatizaciones, y hoy México (más Sociedad Anónima que nunca) es más pobre, crece menos y es socialmente más injusto que hace 30 años. ¿Qué pasará con las privatizaciones petrolera y eléctrica? Exactamente lo mismo.
Twitter: @cafevega