lunes, 21 de julio de 2014

Reforma energética y negocios privados

sáb, 19 jul 2014 08:48
La aprobación de los dictámenes de leyes secundarias en materia energética, cuya discusión en lo par­ticular continuó durante la jornada de ayer, no sólo constituye una vuelta de tuerca adicional al desmoronamiento del carácter público de la industria energética nacional: representa, también, una vasta oportunidad de negocios privados para un puñado de empresas, entre las que destacan algunas como Grupo Diavaz, OHL, Ienova, Iberdrola, Jacobs Engineering Group y Oro Negro.
Como se documenta hoy en estas páginas, esas compañías mantienen relaciones estrechas con funcionarios y ex funcionarios públicos de alto nivel: ex secretarios de Estado como Pedro Aspe Armella –mentor del actual titular de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray–, Georgina Kessel –a la sazón titular de Energía en el sexenio de Felipe Calderón– y José Ándres de Oteyza Fernández –ex titular de Patrimonio y Fomento Industrial–; ex directores de Pemex como Carlos Ruiz Sacristán, Jesús Reyes Heroles González Garza y Luis Ramírez Corzo, e incluso servidores públicos en activo, como el actual director de la paraestatal, Emilio Lozoya Austin, quien se desempeñó como consejero de la constructora OHL, que ahora también pretende incursionar en el sector energético.
El común denominador de esa red de vínculos en la que se desdibujan los límites entre lo público y lo privado salta a la vista: la presencia de personajes como los mencionados en cargos públicos de alta responsabilidad se traduce en un acceso a información privilegiada que luego es puesta a disposición de empresas privadas; éstas, por su parte, deciden incorporar a sus filas a ex funcionarios como los referidos, no por sus competencias en el ámbito laboral, sino para que faciliten la suscripción de contratos con el gobierno, en lo que constituye una práctica doblemente cuestionable: introduce elementos de competencia desleal con el resto de los competidores y fuerza a la población a subsidiar, con sus impuestos, la formación de gestores empresariales.
Semejantes distorsiones, recurrentes en la administración pública del país desde hace tiempo, se han asentado ahora al amparo de una reforma que ha sido aprobada, cabe recordar, en forma precipitada y amañada, sin debate de por medio y mediante un discurso oficial engañoso, como lo evidencia la afirmación inicial de que, como consecuencia de las modificaciones legales, bajarían los precios de los combustibles y de la electricidad.
En suma, la relación descrita deja al descubierto una generación de servidores carentes del sentido de moral republicana para quienes el ejercicio de un cargo público se convierte en una oportunidad para hacer negocios. En un pleno estado de derecho, las distorsiones mencionadas ni siquiera podrían tener lugar. Por desgracia, en una legalidad tan imperfecta como la que prevalece en el México contemporáneo resulta concebible, y hasta normal, que casos de evidente conflicto de intereses como los mencionados puedan reproducirse sin ser siquiera investigados, ni mucho menos sancionados.
Ocupación y servidumbre nacional
John M. Ackerman
S
on aún más graves las implicaciones políticas de la contrarreforma energética que las económicas. Emparentada con las reformas en materia electoral y de telecomunicaciones, nos encontramos frente a un viraje histórico que desanima al más utópico creyente en la posible transformación democrática del país. Las invasiones de la franja de Gaza y de Ucrania oriental por los aliados de Washington constituyen la contracara de la próxima ocupación temporal de todo México por Exxon-Mobil, Halliburton y Royal Dutch Shell. Y laservidumbre legal a la cual serán sometidas las tierras de los campesinos y los indígenas regresará el país a la esclavitud colonial.
Quienes celebran la supuesta introducción del libre mercado en la industria energética ignoran por completo los principios más elementales de la economía moderna. En el mundo entero la extracción de los recursos naturales y la provisión de la electricidad se consideranmonopolios naturales. Constituyen áreas de la economía que requieren de inversiones de capital fijo tan importantes y economías de escala tan grandes que la libre competencia es simplemente imposible o, en su caso, genera resultados ineficientes, con menos producción y precios más altos.
Solamente las empresas más poderosas pueden competir en materia energética y únicamente cuando el Estado les otorga control exclusivo sobre un yacimiento o una fuente específica de energía. Así que es una vil mentira que con la contrarreforma energética veremos el fin de los monopolios o una reducción de precios. Únicamente habrá un descarado reparto del actual monopolio estatal entre varios diferentes monopolios privados controlados por amigos y socios delPRIANRD. Las rentas monopólicas que hoy corresponden a la nación mañana llenarán los bolsillos de la oligarquía nacional y los especuladores internacionales.
Las petroleras trasnacionales protegerán a toda costa sus nuevas inversiones monopólicas. La represión a la protesta social y la cancelación de la libertad social que han caracterizados el primer año y medio del actual sexenio son apenas el inicio de un proceso secular de consolidación autoritaria. Tanto el gobierno mexicano como los gobiernos de los países sedes de las petroleras cada día intervendrán con mayor ahínco para detener la inevitable efervescencia social que acompañará el despojo del pueblo y sus tierras.
Mientras, la contrarreforma electoral garantizará la administración centralizada de la impunidad electoral desde Los Pinos. Retornaremos a la época de las concertacesiones, en que la oposición política deberá susvictorias no a la conquista de la voluntad popular en las urnas, sino a su buen comportamiento hacia el Ejecutivo federal. Y con la infame relección de diputados, senadores y presidentes municipales se reducirá aún más la incertidumbre que tendría que caracterizar los procesos electorales en los sistemas democráticos. Antes, el obligado flujo y reflujo de la clase política permitía la posibilidad de que algún dirigente social auténtico pudiera acceder al poder. Ahora, el sistema se calcificará como nunca antes bajo el mando de los mismos de siempre.
Y a los delincuentes de cuello blanco que roben a manos llenas la riqueza de la nación se les aplicará la misma receta de impunidad pactada que a Mamá Rosa y a Pedro Joaquín Coldwell. Quien cuente con patrocinadores influyentes podrá caminar libremente por las calles e incluso comprar su propio cargo de elección popular, mientras los luchadores sociales serán acosados, encarcelados y asesinados, como José Manuel Mireles, los policías comunitarios de Guerrero, y los valientes periodistas, activistas de derechos humanos y defensores de tierras comunales en todo el país.
Enrique Peña Nieto celebró ayer su cumpleaños en privado, lejos de las cámaras televisivas que tan insistentemente buscan convertir sus pronunciamientos vacíos en discursos comprensibles y su semblante demacrado en la imagen de un jefe de Estado. Los poderes fácticos no quieren que lo que quede de la mermada legitimidad del actual Presidente de la República se hunda por completo al vincularse personalmente con las leyes secundarias actualmente siendodiscutidas y votadas en el Congreso de la Unión. De acuerdo con la Constitución, el actual ocupante de Los Pinos debe mantenerse en su cargo hasta al 1º de diciembre de 2014 para evitar la celebración de elecciones extraordinarias. Una vez que Peña Nieto cumpla tres años en el cargo los poderes fácticos podrán tomar control aún más directamente sobre Los Pinos.
Quienes apuestan a revertir esta situación en las urnas demuestran un idealismo utópico digno de reconocimiento. Hagamos votos para que todavía haya un camino por la vía institucional o, en su caso, que se abran nuevos caminos pacíficos antes de que sea demasiado tarde.
Twitter: @JohnMAckerman
Verónica Murguía
El disgusto nuestro de cada día
Soy vecina de la delegación Benito Juárez. Una delegación que, como todas las de esta ciudad, está gobernada por gente que ni muerta cumple sus promesas de campaña o trabaja como Dios manda. Durante los más de veinte años que he vivido en estos rumbos, sólo he tenido confianza en uno de los delegados y aun él, Ricardo Pascoe, tomó decisiones que me resultaron inexplicables. Aunque nada como el PAN. Y sigue la mata dando.
Llevo más de diez años viviendo con un edificio en construcción situado en la misma cuadra. No son ni la misma construcción, ni la misma cuadra. Me he mudado, pero para escapar del polvo, los martillazos, los cobertizos, las banquetas destruidas y los camiones con revolvedoras de cemento, tendría que irme a Mérida.
He atestiguado cómo en estos años se han derribado casas donde vivía una sola familia para construir multifamiliares que dejan sin agua a los vecinos; he visto agujeros misteriosos y profundos abrirse en esta misma calle donde escribo y que meses después, a unos metros de donde estaba el abismo, se levante un centro comercial y un condominio de lujo.
En las colonias de esta sufrida delegación –sólo hay que recordar las obras de la línea doce del Metro– no hay basureros. En los parques hay, a veces, pequeñas latas adosadas a tubos que hacen las veces de botes de basura, en las que caben, si uno tiene paciencia y anda corto de asco, dos pañales desechables, tres bolsas vacías de papas fritas, un klínex usado y un tetrapack. Antes yo vivía frente al parque de San Lorenzo Tlacoquemécatl. Es un parque armonioso, presidido por una capilla colonial diminuta que se las arregla para ser monumental, quizás gracias a su belleza. Cerca del atrio había un contenedor de basura que los vecinos aprovechábamos cuando no coincidíamos con el camión, hasta el día en el que apareció un letrero que nos lo prohibía.
Era natural. Los jardineros, mal pagados y muchas veces sin agua corriente en su cuartelito, necesitaban el espacio para la basura vegetal, las hojas, ramas y flores secas. Pero las autoridades jamás nos ofrecieron alternativa alguna y una tarde, unos policías que nunca habíamos visto emboscaron a una vecina que estaba a punto de deshacerse de una bolsa de súper llena de posos de café, cáscaras de huevo y naranjas exprimidas.
–Señora, no puede dejar allí su basura.
–Pues aquí la he dejado siempre.
–Si la pone allí nos la vamos a llevar a la delegación.
La vecina, con todo y la basura, salió como rayo. Nunca supimos si fue una broma, pero por si las moscas, no volvimos a dejar nada en el contenedor.
Todo esto que cuento puede ser sazonado con historias verídicas de esquinas peligrosas, calles inundadas, semáforos descompuestos, baches, peseros demenciales y el añadido reciente del Party Bus, un camión que, debido al embotellamiento perenne que se estaciona frente a mi casa, me pone en las narices a un montón de personas que bailan y gritan y no me permiten rabiar en paz mientras veo el noticiero.
Rabiar. Esa es la palabra clave.
Desde el día ominoso en el que Enrique Peña asumió el cargo y nos mostró la cara verdadera del nuevo PRI, al PAN se le comenzó a resquebrajar la máscara. Lo que siempre intuimos –y algunos sabíamos– se muestra hoy con descaro: es un partido donde militan mochos corruptos, misóginos, ¡neonazis!, amigos de narcotraficantes y rateros que se van de viaje con el dinero de nuestros impuestos. Hoy, varios panistas que dizque trabajaban en la delegación en la que vivo, están presos en Brasil después de vejar a una mujer y golpear a su marido.
Cada viaje de los señores, según un reportaje de Francisco Ortiz Pinchetti, costó 160 mil pesos, es decir, un poco más de 78 sueldos mínimos del Distrito Federal. Y esos son salarios pagados con nuestros impuestos.
A mí me daría gusto pagar los que Hacienda me exige, si estuviera segura de que ese dinero no va a ir a parar a los bolsillos de gente como Rafael Miguel Medina Pederzinni y Sergio Israel Eguren Cornejo, los exfuncionarios encarcelados, además sospechosos de fraude. Pero a sus bolsillos fue a dar el dinero del erario. Y esta noticia se añade a las fotos de los neonazis panistas de Jalisco, entre los que hay algunos esperpentos que posan con flecos hitlerianos.
Si lo ridículo fuera equivalente a inofensivo sólo me daría risa, pero ya Felipe Calderón nos enseñó que se puede ser peligroso y bufonesco al mismo tiempo.
Jair Cortés
jair_cm@hotmail.com
Twitter: @jaircortes
Hay un tiempo para todo
En el poema Los trabajos y los días, atribuido a Hesíodo, su autor aborda, en una de sus partes más significativas, el Calendario del labrador, dividiéndolo en “Trabajos de otoño, invierno, primavera y verano”, dictando consejos puntuales para cada estación. Por ejemplo, en Trabajos de verano dice:  “Cuando el cardo florece y la cantora cigarra, posada en el árbol, derrama sin cesar por debajo de las alas su agudo canto, en la estación del agotador verano, entonces son más ricas las cabras y mejor el vino, más sensuales las mujeres y los hombres más débiles […]”. Además de la nutrida carga poética implícita en el poema de Hesíodo, entendemos la importancia de los ciclos de la naturaleza y su influencia en el hombre y su diario vivir.
Hay otros dos textos clásicos (y sagrados) cuyos contenidos atraen mi atención por sus asombrosas coincidencias: el Eclesiastés y elTao Te Ching. El primero (adjudicado a Salomón) es un libro que representa a Occidente y su búsqueda de sentido que culmina en una visión melancólica de la vida; el segundo pertenece a Lao Tsé (o Lao Tzu) y encarna la visión conciliadora de Oriente: los opuestos se complementan. En algunos versículos del Eclesiastés encontramos que: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:/ Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;/ tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar;/ tiempo de llorar y tiempo de reír;/ tiempo de lamentar y tiempo de bailar;/ […] tiempo de callar y tiempo de hablar;/ tiempo de amar y tiempo de aborrecer;/ tiempo de guerra y tiempo de paz.” Mientras que en el Tao Te Ching leemos que: “Hay un tiempo para estar delante/ y un tiempo para estar detrás./ Un tiempo para estar en movimiento/ y un tiempo para estar en descanso./ Un tiempo para estar vigoroso/ y un tiempo para estar exhausto./ Un tiempo para estar a salvo/ y un tiempo para estar en peligro.”
Después de leer lo anterior, irremediablemente nos preguntamos por los ciclos que rigen nuestra vida “moderna” y caemos en la cuenta de que este es el tiempo del vértigo, de la inmediatez, de la prisa que cosecha cuando “no es tiempo todavía”. Nuestro mundo se convierte, poco a poco, en un espacio de saturación, de sobreexposición de la vida privada que se desdobla en una exhibición mediática, en donde se intercambian e imponen visiones que no han madurado y son producto de la desesperación por expresar opiniones que no han pasado por el tamiz de la reflexión y que forman parte, al mismo tiempo, de canales de manipulación masiva. En este río revuelto de información es que las nuevas generaciones están fundando su mentalidad como quien construye una casa sobre arenas movedizas.
Si hay un tiempo para todo, creo que ya es tiempo de dejar a un lado la obsesión por estar en todas partes y volver a entrar en nosotros mismos.
Agravios de la reforma energética
Javier Jiménez Espriú /I
H
ace unos días fui requerido por Carmen Aristegui, en su noticiario matutino de MVS, para dar mi opinión sobre la reforma energética, cuyos dictámenes de las leyes secundarias tenían aprobados las comisiones correspondientes del Senado, y se iniciaba en esa fecha la discusión de los mismos en el pleno.
Mis puntos de vista provocaron una importante reacción en las redes y recibí la solicitud de escribirlos, en forma sintética, lo que hago agradeciendo la siempre cordial apertura y hospitalidad de La Jornada, en un par de artículos.
Expresé que las diversas leyes que conforman la reforma energética contienen una enorme lista de agravios contra la Constitución, el patrimonio nacional, la seguridad energética, la propiedad de la tierra, la preservación y cuidado del medio ambiente; en suma, el futuro de México, independientemente de los que para lograrla se han cometido contra los procedimientos democráticos con la manipulación del necesario debate y la opinión ciudadana, y contra la división de poderes, al convertir al Legislativo, que debiera ser un espacio de deliberación inteligente sobre las iniciativas, en un sujeto pasivo y sumiso del Ejecutivo.
Manifesté, entre otras cosas, lo siguiente:
La reforma propuesta está sostenida por engaños, falacias y manipulaciones. Se habla de que no se privatizarán Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), porque –argumentan– no se venderá ni un tornillo de las paraestatales, pero se privatiza el sector energético en su conjunto, y con él los activos más importantes de nuestras empresas estatales: las reservas de hidrocarburos y el mercado eléctrico, condenándolas a la inanición.
Se dice que los hidrocarburos son y seguirán siendo de la nación, y se abre a las empresas privadas la exploración y la explotación de los mismos y se les entrega parte sustantiva de las utilidades y la producción.
Se ofrece respetar la ya agraviada Constitución, que aun así prohíbe las concesiones en esas áreas de la industria petrolera, y se ofrecen licencias y contratos de utilidades y producción compartida, que no son sino concesiones, disfrazadas, con dolo, con otros nombres.
Se jura que no se entregará un centavo de la renta petrolera, pero selegaliza la forma –discrecional por otra parte– de compartirla.
Ahora nos dicen que no habrá expropiaciones de terrenos en beneficio de los contratistas –luego de la avalancha de críticas al respecto–, pero inventan las formas deocupación temporal –hasta que se acaben los hidrocarburos, me dicen en un tuit– o servidumbre –tal vez así le llaman para que nos vayamos acostumbrando al papel que nos corresponderá como mexicanos, aun cuando no pertenezcamos al Congreso, agrego ahora.
Con el mismo desenfado, con voz engolada y con actitud de somos los dueños de la verdad, la que acomodan en función de sus intereses y compromisos, nos ofrecen que bajarán los precios de los energéticos, aunque ya el senador Cordero gritó en la tribuna que se quiten de engaños, que los precios no bajarán, que lo que se busca es crear empleos, que se crearán cientos de miles de ellos, bien remunerados, aunque claro, esto no será en el corto plazo.
Que todo será transparente, que no habrá corrupción, ni desde luego conflictos de intereses –¿será?–, que el Estado conserva la rectoría de la industria energética, que Pemex y la CFE se fortalecen para competir comoempresas de clase mundial, aunque en la letra de las leyes se escribe su epitafio.
Que los reguladores serán autónomos –¿serán?– y controlarán a los contratistas que participen en el nuevo paradigma de la industria energética.
Que las asignaciones de la ronda cero,…¡ah!, hablaré de la ronda cero en el próximo artículo, en el que entraré en detalle, también, de lo que son las licencias y los contratos y sus consecuencias, de la política petrolera implícita en la reforma, del porqué se debilita a las empresas del Estado, de la propuesta de comercialización privatizada de nuestros hidrocarburos, del manejo de la información de nuestros recursos no renovables.…
En fin, del conjunto de agravios cuya evidencia ha obligado al gobierno a forzar los procedimientos, a poner oídos sordos a la crítica argumentada y a la voz de la mayoría de los mexicanos para obtener, así sea con el repudio nacional, la consecución de sus propósitos.
Queda claro que la mayoría automática de las cámaras se impondrá por lo pronto. Seguiremos luchando, porque no podemos conformarnos con la burlona actitud del te lo dije; lo que está en juego es el futuro de la nación.
Por lo pronto la responsabilidad de las consecuencias es del Ejecutivo y de las cámaras obsecuentes, porque, “¿Quién es más de culpar –robo unos versos que escribiera Sor Juana por motivos distintos– aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga, o el que paga por pecar?”
México SA
Energía marca TLCAN
Masiva reconversión
Empresarios de tercera
Carlos Fernández-Vega
M
uy contentas están las cabezas visibles de los organismos cúpula del sector privado –tradicionales aliadas del inquilino en turno de Los Pinos–, porque, dicen, por fin se concreta la modernización del sector energético en México, de la cual sus presuntos representados se beneficiarían legal y ampliamente.
Ahora que las últimas joyas del Estado han sido desincorporadas(léase privatizadas), tal comentario color de rosa es prácticamente igual de insustancial que el vertido dos décadas atrás por esas mismas cabezas, con motivo de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuyos resultados, a la vista de 20 años, no son halagüeños para el grueso del sector empresarial.
Lo anterior por el altísimo grado dereconversión registrado en el empresariado mexicano, o lo que es lo mismo, el elevadísimo número de casos que en ese periodo sereconvirtieron, en el mejor de los casos, de productoras a importadoras o en meras intermediarias, prestadoras de servicios o prestanombres del capital foráneo, el verdadero destinatario de las reformas.
El efecto TLCAN ya se avista en el menú energético modernizadorarmado por el Ejecutivo y cocinado por el siempre servicial Congresonacional. ¿Cuál sería el ampliobeneficio” que, según tales cabezas visibles, obtendría la empresa mexicana? Pues en el mejor de los casos, y dentro de no menos de 11 años, si bien va, 25 centavos de cada peso, “siempre y cuando ofrezca condiciones similares –a las trasnacionales– en precio, calidad y entrega oportuna” a la hora de las asignaciones, contratos y adquisiciones.
Ese sería el amplio beneficiopara el empresariado nacional por la privatización energética, es decir, para el mismo sector que hoy celebra que, por fin, modernizaron el sector energético. En cambio, para la inversión foránea, para las trasnacionales del sector (no pocas de ellas instaladas de tiempo atrás en el negocio de Pemex y la CFE), va destinada la rebanada más gruesa del pastel: 75 por ciento del total, en vía de mientras y a partir de ya, en espera de que crezca 100 por ciento.
Por si fuera poco, la empresa mexicana, de acuerdo con la ruta crítica marcada por el Ejecutivo y el Congreso, deberá esperar a 2025 para que, en el mejor de los casos, comience a tomar forma la delgada rebanada que esa dupla le asignó comobeneficio. Es decir, concluirá el sexenio de Enrique Peña Nieto (en 2018, cuando las trasnacionales ya hayan tomado por asalto lo que les falta del sector energético otrora mexicano) y no recibirá mayor cosa; terminará el sexenio de quien lo suceda en Los Pinos (en 2024, ya con el capital foráneo a sus anchas en petróleo y energía eléctrica, y en medio de una creciente mortandad de empresas mexicanas) y las migajas, en el mejor de los casos, todavía no se concretarán, y será hasta el primer año del otro gobierno (2025) cuando las moronas a recibir puedan presentarse, aunque nadie lo garantiza, y “siempre y cuando ofrezca condiciones similares –a las trasnacionales– en precio, calidad y entrega oportuna” a la hora de las propuestas y adquisiciones. Y a eso llaman competencia.
Así, a lo largo de cuando menos 11 años la empresa mexicana deberácompetir (como en el TLCAN) enigualdad de circunstancias con las poderosas trasnacionales energéticas que llegan –o permanecen– en México con todo tipo de alicientes,facilidades y garantías del gobierno. ¿Qué quedará entonces, si es que algo queda, de la empresa mexicana? Lareconversión teleciana masiva es más que obvia.
¿De qué se alegran, entonces, los organismos cúpula del sector privado?, porque, al igual que las empresas productivas del Estado Pemex y Comisión Federal de Electricidad y en un proceso idéntico al del TLCAN, a la empresa mexicana la avientan al ruedo y la ponen a competir en absoluta desigualdad de condiciones, pues a todas luces no tiene con qué responder en esta merienda organizada por los caníbales neoliberales.
Ya el TLCAN asestó un devastador golpe al viejo sueño de un México industrializado, y lo poco que dejó se lo llevará la modernizaciónenergética que tanta alegría provoca en los organismos cúpula del sector privado. Además, no pocos empresarios comodinos tampoco tienen ganas de competir ni de nada, salvo de obtener ganancia así sea mínima (de lo perdido lo que aparezca) y como meros gatos del capital trasnacional, como el Ejecutivo y los legisladores comprenderán.
No es gratuita la advertencia de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), porque se refleja en el espejo: la modernización energética deja en una posición de indefensión técnica y jurídica a Pemex y CFE, a las cuales no se les da mayores elementos para competir; si no hay una voluntad política del Estado mexicano de realmente ayudar y promover a sus empresas productivas, está el camino muy claro para que desaparezcan. Para las empresas ahora productivas del Estado se presenta un panorama difícil porque solamente se abre el mercado y se establecen una serie de facilidades para que puedan participar las empresas privadas, principalmente las grandes que tienen mayor capital y tecnología, pero por otro lado no se están dando grandes elementos de competencia para las ex paraestatales. Y junto a ellas, el grueso de las empresas privadas mexicanas con sus notorias limitanteseconómica, técnica e incluso de personal, porque te enfrentas a monstruos verdaderamente absorbentes en todos los niveles (La Jornada, Israel Rodríguez).
En síntesis, pues, agárrense de donde puedan que ya llegó, ya está aquí el TLCAN energético, es decir, el único capítulo pendiente del tratado salinista.
Las rebanadas del pastel
El que sí se adelantó a lareconversión fue el ejército de ex funcionarios, es decir, el compuesto por no pocos ex secretarios y subsecretarios de Hacienda y Energía (en su tiempo integrantes del consejo de administración de Pemex y de la junta de gobierno de la CFE), ex directores de las paraestatales y demás fauna, que abiertamente están al servicio del capital trasnacional con ganas de clavarle el colmillo al sector energético modernizado, sin olvidar que algunos de sus pupilos preferidos permanecen en puestos gubernamentales donde se decide quién sí y quién no participa… Por cierto, en la nueva ley es notoria la ausencia de indicaciones precisas para que los trabajadores tomen cursos intensivos de inglés y así sirvan bien a los nuevos patrones.
Twitter: @cafevega


Agravios de la reforma energética
Javier Jiménez Espriú / II y última
C
omo continuación a mi anterior artículo con el mismo nombre, entro en más detalle de lo que considero algunos de los riesgos y agravios más delicados de la reforma energética, que afectarán el futuro del desarrollo nacional:
La reforma no garantiza un suministro energético suficiente ni una disminución de precios de la electricidad y de las gasolinas. Por el contrario, pretende mantener “losgasolinazos hasta 2017”, y, aunque se haya excluido la pretendida eliminación de los subsidios al consumo eléctrico, como se irá a precios de mercado en el futuro, subirán las tarifas de ambos de aquí en adelante, contrariamente a las promesas.
Se vulnera la seguridad energética nacional y la soberanía del país sobre los recursos naturales, al no fijar plazos para las concesiones petroleras, lo que prácticamente perpetuará el control de empresas trasnacionales sobre el petróleo mexicano y porque los intereses de esas empresas, que buscan el mayor rendimiento para sus inversiones, en el menor plazo posible, provocará sobre explotación de nuestras reservas y su más pronta declinación.
Prevé la extracción del petróleo por empresas privadas bajo fórmulas contractuales, que analizaremos en el próximo artículo, que les permitirán llevarse la mayor parte del valor de los hidrocarburos.
Estas fórmulas contractuales prevén que el Estado les rembolse la totalidad de sus costos, sin mecanismos que permitan supervisarlos, creando una supercarretera hacia la corrupción y otorgándoles un cheque en blanco a costa de los mexicanos.
Deja en el vacío el control y la propiedad de activos tan relevantes como la generación de electricidad hidráulica en las grandes presas que el país ha construido con grandes esfuerzos y sacrificio de la población local.
Se crea un Fondo Mexicano del Petróleo, cuya principal función es ser una caja de pagos para reembolsar los costos de las empresas trasnacionales y no el ahorro a largo plazo.
Socava los derechos de ejidatarios, indígenas y propietarios rurales sobre sus tierras, al otorgar prioridad a las empresas privadas que lleven a cabo actividades vinculadas a los hidrocarburos y la electricidad.
Se prevé la contratación de empresas privadas para la comercialización del petróleo mexicano en los mercados internacionales, cobrando una comisión y dejando nuestros canales de venta a merced de los intereses privados.
Se impone un requisito de 35 por ciento de contenido nacional, pero a nivel de la industria y no por contrato. Se le podrá exigir a Pemex cumplirlo a totalidad y liberar a sus competidores de esta obligación.
Reduce y desmantela innecesariamente a Petróleos Mexicanos y a la Comisión Federal de Electricidad, empresas públicas que han sido pilar del desarrollo industrial del país, que han sostenido el suministro energético de los mexicanos y las finanzas públicas del gobierno desde hace más de 57 años. Y no digamos lo relacionado con los brazos tecnológicos del sector. El Instituto Mexicano del Petróleo no merece en la reforma más que un par de artículos transitorios sobre cuándo y dónde tiene que transferir sus bienes y la información de que dispone. Del de Investigaciones Eléctricas ni se acordaron. Seguro no saben ni dónde está ni qué hace.
Deja en manos del mercado servicios públicos esenciales de manera irresponsable, sin organismos de regulación maduros, lo que expondrá la explotación de hidrocarburos y el suministro de electricidad a riesgos irreparables y a vulnerar los derechos de los consumidores y de la Nación.
Se enfrenta al país a conflictos legales, que no serán resueltos en tribunales mexicanos, sino en arbitrajes internacionales en los cuales los Estados han tenido muy malas experiencias.
Se evita un manejo transparente y responsable de los recursos y del sector, sin mecanismos adecuados para evitar el poder corruptor de las grandes petroleras.
No se toman las precauciones necesarias para el cuidado del medio ambiente, las comunidades y la salud de las personas. Se impulsan procesos técnicos controversiales por sus potenciales daños a la naturaleza (fracking). Se violentan, además, leyes sobre cuidado del medio ambiente.
La reforma que se pretende imponer reducirá, para la Nación, los ingresos petroleros y las divisas captadas por exportación, lo que creará tensiones sobre el crecimiento, la estabilidad monetaria y económica del país.
A contracorriente de los cientos de miles de empleos bien remunerados que ofrecen crear, se producirá el despido de trabajadores de CFE y Pemex y reducirá a importantes sectores de ellos sus derechos laborales. Además, incorpora elementos de excepción para los trabajadores mexicanos que contraten las empresas privadas que participarán en la industria energética para la explotación de hidrocarburos, como la eliminación del derecho al reparto de utilidades, lo que violenta la legislación laboral mexicana.
¡Ah!, y en cuanto al tránsito hacia la necesaria transferencia del balance energético con fuentes limpias y renovables, eso queda señalado con tenues pinceladas para cuando lleguemos al reino de la utopía… y apenas estamos entrando a ladictadura perfeccionada.