jueves, 2 de octubre de 2014

Luis García Montero

La tristeza del mar cabe
en un vaso de agua

No hay pues mujer más sola,
más tristemente sola,
que la que quiere amar a un hombre triste.
Piedad Bonnett


Los hombres tristes,que tienen en sus ojos un café de provincias,que no saben mentir como quien dice,que se esconden detrás de los periódicos,que se quedan sentados en su sillacuando la fiesta baila,que gastan por zapatos una tarde de lluvia,que saludan con miedo,que de pronto una noche se deshacen,que cantan perseguidos por la risa,que abrazan, que importunan hasta quedarse solos,que retornan después a su tristezaigual que a su pañuelo y a su vaso de agua,que ven cómo se alejan las novias y los barcos,esos hombres manchados por las últimas horasde la ocasión perdida,me recuerdan a mí.
 
El método es menos leal
que el error afortunado
No buscaba las olascuando después del beso descubrí en su pielun recuerdo salado del mar donde fui niño.
Confirmo si hace falta que todo lo pensé,mil veces he medido las sílabas del tiempo,pero también mil veces aprendíque no salen las cuentas,y la duna que soy de forma irremediablese ha hecho con arena movediza,con mi viento descalzo de los juguetes rotos,mis historias de amor,mi mala vida.
 

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