miércoles, 26 de noviembre de 2014

En noviembre, muchos mexicanos honramos a las almas de nuestros muertos. En mi caso, además honro los profundos recuerdos que rebozan en mi alma, y le dan sentido a la vida. En mi tierra, donde está enterrado mi ombligo, comparten los alimentos y los productos cosechados. En San Luis Potosí, como en Guerrero o Hidalgo o Oaxaca o en muchos otros rincones del país, es fiesta donde abunda la comida, las flores y el copal. Hay alegría, música y bebida, todo en un marco de respeto porque las almas de nuestros ancestros vienen a hacer justicia y dar aliento y fuerzas a la gente para que continúen viviendo y resistiendo. 
Dice García-Leyva: Dicen que las almas procuran y protegen de las fuerzas negativas y las enfermedades. Otorgan bendiciones y velan por la comunidad. Procuran buenas cosechas y la salud. Las almas se manifiestan con el aire de las tardes, en la comida, en las velas, en el fuego, en los sueños y  por medio de diversas señales.
Así que en medio de la tristeza que vive el país, todavía queda en mí, recuerdos, sonrisas, y palabras, que siguen alimentando sueños, tal vez inalcanzables, pero muy esperanzadores...
Que todos los buenos espíritus sigan, con la ayuda de Dios, apoyando a las buenas personas y a sus familias...
Con nostalgia, envío mis mejores deseos a muchos mexicanos que sufren las injusticias de los insensibles poderosos, enfermos de loca ambición y poder...

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