En estos tiempos en que nos toca vivir un sistema tan rápido que lentamente denigra la historia cultural y artística hacia su disolución, dando lugar a un único camino posible, el camino de lo lindo, de lo espontáneo, en resumidas cuentas: el camino del fast-food; en estos tiempos en donde incluso el sistema maestro ha encontrado una forma –espeluznante– de inmiscuirse en las creaciones humanas de buena fe, destacando “carteles” por “poemas” igualando “lo nuevo” a “lo bueno”, como editor, me veo en la tarea de nadar contra esa corriente perdida, me veo en la necesidad de nadar con el sol de la tarde a la espalda; por eso sujeto las ramas que brillan y que ondean en el agua a punto de ser devoradas por la corriente. Es mi eterna intención dar posibilidad; que esas ramas resistan conmigo para que dejemos definitivamente la corriente y echemos a nadar libremente. Estos ocho poetas de la región mesopotámica-rioplatense que he seleccionado con cierta severidad, responden a ellos mismos en la construcción del poema. Son auténticos oficiantes del poema, genuinos en el sentido de que expresan tras un elevado oficio de poeta. Álvaro Ojeda señala que la poesía consiste en saber robar adecuadamente a los grandes, con ello no está señalando únicamente el plagio, sino una insistente reutilización y la aplicación creativa de cada uno en la reconstrucción de esos retazos. Siento que estos ocho poetas respetan esa noción y al hacerlo también se respetan a ellos mismos.
Felipe Herrero
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Postal gallega Agustín Caldaroni (Buenos Aires, 1985)
Te perdí para no perderte rumbo al corazón de Santiago de Compostela: un serpentario de piedra abierto en laberintos místicos que olían a langosta hervida, a caldos de ostras, a culo de bestia marina; callejuelas que pedorreaban con voz de gaitas espectrales, y los martes de madrugada cruzaban las soledades de monjes putañeros y de yonquis. Soledad gallega: de piedra y herrumbre, de vino, cristiana, es tu atavío. Te espié mi amor, con tu pollera de vergel y tu andar caribe frente a la catedral. En los bares de aldea soñé tu manito de nene cebando un glorioso mate coronado de espuma esmeralda y los borrachos derredor se ríen felices como cerdos, anaranjados de cerveza cantan “Home solitario”. Te envolví en papel plateado, mezclé tu piel de moreno hachís con tabaco, fumé tus pesadillas de violentas noches de fandango, fumé tu mirada entre vulgar y santa que una cama lejana se entrega a otro. Las fondas turcas te sirvieron para mí en pan de trigo, queso fundido, jazmines y colibríes acuchillados. Una noche sin sueño te vi nadando desnuda en la fuente de la Alameda: el cabello revuelto, la piel se helaba azul, llorabas pececitos de piedra. El amor se me perdía entre tus sombras y la música que oía ya no era celta sino un tango mortecino. Hora de volver a casa.
Es poeta y narrador. Fundador de la revista cultural Taenia Emplumada de la ciudad de Buenos Aires. Tiene un poemario inédito de próxima aparición.
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XVI Enrique Campos (Buenos Aires, 1982)
Desorientado en calles conocidas, huele su pasado contra el suelo como si caminara delante de él. Agitado por miedos que creyó haber desterrado, hunde el hocico en los trazos húmedos de un asfalto anónimo. Caras llenas de un dolor que se le anticipa; rostros demacrados por la incertidumbre y la ignorancia que acumularon por años. Sin ser descubiertas, cien lágrimas metálicas ruedan sobre la arena para mostrar todas las estrellas que las componen. Un grito de auxilio. La luz de un brote mágico intenta en vano detenerlo en el tiempo. Se frena en los ojos profundos de una niña que busca un sapo entre las raíces de un gomero. La aventura termina en la memoria.
Es poeta y cantautor. En poesía publicó los libros Las edades de un monstruo (2009), Uno y todos los posibles (2011) y El momento en su boca (2012).
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MVDEO Horacio Cavallo (Montevideo, 1977)
Montevideo es esa puta triste a la que vuelvo siempre. Sometido a oscuros cafetines donde insiste en darme lo ganado por perdido.
Un cielo de fregón descolorido nubla los ojos del que la desviste, y andando sin andar, el recorrido se vuelve circular. Cuando le asiste
la mañana de enero lo olvidamos. Paseamos la pobreza en manga corta rodeados de jazmines y glicinias.
Y en marzo, una vez más, por las esquinas, el sueño tropical se nos acorta, volviendo al viejo carro que arrastramos.
Es poeta y narrador. En poesía publicó los libros El revés asombrado de la ocarina (Premio Anual de Literatura del MEC, 2006), Descendencia (2012), La mañana olvidada (2014) y en colaboración con Francisco Tomsich Sonetos a dos (Premio Fondos Concursables, 2008).
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Rasgo Marina Coronel (Resistencia, Chaco, 1982)
El cuerpo que soy me trae esa premura, calor que ocupa los baldíos en la porosidad de la siesta.
Tengo el peso de una semilla roja.
Tierra donde caben los ruidos y las cosas hechas para el agua.
Es poeta y tallerista. Participó en varias antologías de su país. Publicó los poemarios Bocas que no saben (2009) y Cartografía (2015).
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Hélices Carolina Giollo (Buenos Aires, 1982)
mañanas de puro sol y un azul rugido. los árboles son uñas verdes, la esperanza silenciosa de un ciclo que no sabe detenerse, como el viento, susurrante, –y todavía frío todavía frío–, que sacude las almas de los primeros llegados, de los intrusos y de los advenedizos. las alas caen, secas, en el lecho de la calle empedrada –todavía hace frío–. quiero retener la memoria, la sensación en mi alma que gusta de las cuevas nocturnas casi como un disparo, como un cristal perpetuo o un rubí.
Es poeta y profesora de educación secundaria. Desde 2013 organiza, junto a la poeta Gabriela Larralde, el ciclo de poesía itinerante Rumiar BuenosAires. Publicó el poemario La resistencia de la luna (2015).
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Tatuar Natalia Litvinova (Gomel, Bielorrusia, 1986)
Escribir es ir hacia la herida para curarla con veneno. Los dioses lamen poemas y escupen oraciones. Cuando no escribí encontré mi reflejo en el ojo ciego de un caballo. Mi madre no ve las frases que tatué en su vientre.
Es poeta y traductora de poetas rusos. Reside desde los diez años de edad en Buenos Aires. Publicó, entre otros, Esteparia (2010), Balbuceo de la noche/Balbutiement de la nuit (2012), Grieta (2012), Todo ajeno (2013) y Rocío animal (2013). Varios de sus libros han sido reeditados en diferentes países.
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Reclamo Juliana Mandolesi (Carcarañá, Santa Fe, 1990)
A Adolfo Mandolesi
Antigua memoria nos pone al frente, abuelo, Quizás nos acerca la brutalidad azul del mar que flagela las piedras. O el cimiento oscuro de un pensamiento abarrotado en mi inútil mantenerte vivo.
No hay tregua ni sorpresa para estos ojos míos que no vieron los tuyos cerrarse más profundamente que en una tarde en que te permitías la inocente siesta.
Yo no quiero ver tu imagen convertida en duro mármol. No tengo valor ni entereza ni sonrisa para darte, lágrima o humanidad para hacerte saber que no te permito morir.
Tu voz viva aún crea el grueso eco en los pasillos de mi infancia. Me quedás, nono, así, en estas manos que un día te metiste a la boca en este océano que trae consigo tu antiguo nombre en pedazos Y en una piedra, íntima-oscura, que vela por esta nietita amnésica, tuya, que apenas si recuerda, en algún día distinto, que te fuiste, que ya no estás más con ella.
Es poeta y narradora. Fue semifinalista del Concurso Internacional Dulce Primavera del Centro de Estudios Poéticos de Madrid. Publicó el poemario Maleza (2013).
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Poesía Eliana Naser (Montevideo, 1983)
Es tinta que cae de los ojos a una hoja que piensa. Un agua que empapa en el vacío. Lo que hace ser al mundo una palabra por decir.
Publicó los poemarios Palabra por decir (1999) y Trapecios (2001).
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